La reunión se había programado para las veintiuna horas del sábado, en mi casa y como éramos todos de la familia, mi señora hizo una cena para ocho.
Hacía mucho tiempo que no nos reuníamos pero conociendo a la familia, esto no era de extrañar, yo soy el más pobre de todos y esto no es atractivo, para ellos especialmente que el dinero no les falta.
La primera en llegar fue mi prima Nancy, dentista, con su esposo, el coronel Nelson Milán.
Luego llegó el tío Jaime, arqueólogo, con su esposa, la tía Josefina, abogada.
Y por último llegaron, mi sobrino Martín ginecólogo con mi hermana Elida, pediatra.
Luego de los saludos, pasamos al comedor donde cada uno se acomodó donde más le gustaba.
La cena ya estaba casi pronta.
Por cierto que no me he presentado, soy Nicolás Barbieri, comerciante de antigüedades y mi esposa Nélida ama de casa y mi secretaria.
El tema principal parecía tardar mucho en ser analizado, es que en una cena hablar de muerte no es lo más recomendable.
Pero, era ineludible, el testamento del tío Raimundo Barbieri, estaba a punto de ser leído y nos interesaba a todos.
El primero en mencionar el tema fue mi sobrino Martín, a él sí le parecía adecuado hablar de ese testamento, era el más allegado al tío, quizá por ser el más joven de la familia.
Como no tenemos empleada, mi esposa sirvió la cena que a todos pareció gustarles, pollo relleno con salsa agria de manzana y verduras saltadas con papas a la crema y de postre ananá duraznos y frutillas con chantilly.
Al terminar la cena pasamos a la sala donde ahí si comenzamos a hablar del bendito tema.
El testamento sería leído por el abogado de mi tío, en una semana, pero estábamos ansiosos por saber o adivinar qué nos tocaría a cada uno, el tío Raimundo era hermano de mi padre y el más rico de la familia, había tenido una muy buena vida y al fallecer, de un ataque cardíaco, a la edad de ochenta años, nos pareció lo más natural del mundo.
Raimundo no era muy sociable que digamos, tenía mal carácter y no se llevaba muy bien con la familia pero éramos su única familia, jamás se casó ni tuvo hijos, se rumoreaba que era gay pero de eso no tenemos pruebas y sin pruebas….
La semana antes de morir quiso reunirse con nosotros pero eso nunca se llevó a cabo, todos estábamos muy ocupados y nunca supimos qué era lo que quería aunque esperamos que el abogado nos aclarara las dudas.
Cada uno de nosotros tenía un motivo para que el tío dejara este mundo, aunque ninguno lo admitiera.
Mi prima Nancy y su esposo estaban bien de dinero pero él era jugador y quizá había perdido más de la cuenta.
Mi sobrino era adicto a las mujeres y gastaba fortunas en ellas.
Mi hermana Elida era la más equilibrada en cuestiones de dinero, ella en verdad quería al tío y no necesitaba de su herencia.
El tío Jaime era codicioso y a pesar de tener una fortuna, nunca se llevó bien con Raimundo y no le importaba para nada que hubiera muerto.
Su esposa, ella sí quería más que nadie que su esposo heredara, al igual que él, pensaba que una familia se debe medir por el dinero que cada uno tenga.
Yo no me puedo excluir de la lista, desde hace algunos meses mi economía se vino abajo, mi esposa quería una casa nueva y no pude negársela, y algunas deudas que no quiero mencionar, a pesar de todo, nosotros también nos merecemos vivir como la familia por eso no me vendría mal algo de la cuantiosa herencia.
La velada aún no había culminado cuando el timbre de la puerta sonó de tal manera que cada uno de los presentes saltó de su asiento al oírlo.
La persona que lo había hecho sonar era nada menos que el abogado del tío Raimundo, Marcos Correa, la última persona que me imaginara que podría visitarme un sábado a las veintidós horas.
Lo hice pasar y me pidió disculpas por la hora pero tenía que hablar conmigo, era urgente.
Al ver a los demás miembros de la familia, se sintió aliviado, así no tendría que visitar a cada uno en sus respectivas casas.
No tenía ni la más remota idea del porqué de su visita pero lo supe en cuanto terminaron los saludos, el abogado se sentó junto a todos y comenzó a hablar, se le notaba nervioso y miraba a cada uno de nosotros como queriendo saber nuestros pensamientos.
La razón de mi visita es la siguiente, nos dijo.
Creo que ninguno de vosotros sabe en realidad de qué murió el Sr. Raimundo, ¿No es cierto?
Todos nos miramos y quisimos hablar a la vez diciendo que el tío había muerto de un infarto, pero el abogado levantando su mano dijo:
___Me acabo de enterar, que la muerte se debió a un golpe recibido en la cabeza, el médico me lo comunicó luego de practicarle la autopsia que fue requerida por una persona ajena a ustedes pero de gran peso para que fuera tomada en cuenta.
Parece ser que en un principio el médico no se percató del golpe en la cabeza y debido a que el occiso sufría del corazón, lo más lógico fue decir que el corazón había fallado debido a la edad.
___Quisiéramos saber quién tenía tanto peso como para pedir que se desenterrara a mi tío y se le practicara una autopsia sin nuestra autorización.
___Lo que sucede es que ninguno de ustedes sabía que su tío se había casado hace algunos años y que su pareja vivía en el fondo de la casa, como… jardinero.
El silencio fue total, nadie podía hablar, eso era algo casi imposible de creer, no en nuestra familia.
Mi pregunta para el abogado no se hizo esperar, quise saber si él estaba enterado de semejante situación y su respuesta fue la siguiente:
___Lo supe hace unas horas nada más, nadie me consultó, al parecer no era el único abogado de vuestro tío.
Tengo los documentos en mi poder, Raimundo se había casado ni bien se aprobó la ley que permite a los homosexuales el matrimonio y si su pareja no vivía dentro de la casa, era para mantener las apariencias frente a la gente y sobre todo para que la familia no se alborotara como lo dice él mismo, en su testamento el cual acabo de leer.
Todos los presentes quisimos saber el contenido de dicho testamento aunque el abogado nos dijo que eso era imposible, que deberíamos esperar al día señalado por el juez para ser leído en presencia de todos.
A la semana, luego de haber pasado unos días demasiado complicados, el juez nos esperaba en su despacho para que el testamento fuera dado a conocer.
Allí estábamos todos los interesados, también se encontraba el señor Vicente, jardinero y pareja de mi tío queriendo reclamar su legítimo derecho como manda la ley y el médico de cabecera del tío.
Parecía que estábamos todos y que el testamento se leería pero llegó alguien al que no esperábamos, el comisario que llevaba el caso de mi tío quien suspendió la reunión diciéndonos que no saliéramos del país y pidiéndonos todos los datos posibles a cada uno de nosotros.
Esto me estaba superando, necesitaba saber lo antes posible qué me tocaba de la bendita herencia.
Al día siguiente fui citado por el comisario para dar cuenta de mis actos el día de la muerte de Raimundo.
Le dije que estaba en mi negocio atendiendo y que mi esposa podía dar fe de ello.
Luego de varias preguntas de rutina, me hizo esperar afuera de su despacho para que pasaran los demás miembros de la familia uno a uno para declarar.
Luego de unas tres horas esperando, toda la familia salió del despacho, unos estaban muy preocupados mientras que a otros nada les importaba salvo la bendita herencia y saber el resultado del testamento.
Al fin entró a declarar el señor Vicente, una hora estuvo con el comisario hasta que nos hicieron pasar nuevamente a su despacho.
Nos sentamos a esperar lo que tenía para decirnos el comisario, estábamos muy nerviosos pero mirando al Sr. Vicente, creo que hasta se mordía las uñas.
No quiero entretenerlos pero sé que querrán saber qué fue lo que sucedió con vuestro tío, si en realidad lo mataron como todo lo indica o si el golpe fue hecho anteriormente y quién lo hizo ¿Verdad?
Luego de hablar con el médico de cabecera del señor Raimundo, supe que no se había percatado del golpe debido a que la herida no sangraba pero que pudo ser la causa de su ataque al corazón, no olvidemos que era una persona muy mayor y que un susto podía provocarle el infarto, por otro lado descubrí que cada uno de ustedes, los días anteriores lo había visitado, a pesar de haber dicho que hacía mucho tiempo que no lo veían.
Eso me hizo sospechar de cada uno de ustedes a los que fui descartando a medida que los fui interrogando.
Me enteré que el señor Raimundo a pesar de que era un cascarrabias con ustedes jamás dejó de ayudarlos.
También sé que la fortuna se acrecentó estos años, vuestro tío tenía un olfato especial para los negocios, y aunque ustedes no lo supieran, antes de casarse hizo separación de bienes por tal motivo, su pareja no tenía motivos para matarlo todo lo contrario, ahora tiene menos que antes, cuando él vivía.
El asesino cree que fue muy listo pero quiero decirle que ya ha sido desenmascarado y que se cómo lo hizo.
Todos nos miramos, nadie entendía nada, uno de nosotros era el asesino, no era posible.
El comisario hizo entrar a dos policías uniformados que se pusieron uno de cada lado de la puerta, impidiendo así que alguien quisiera salir.
Se acercó a mí y me dijo:
___Le ruego que me acompañe está detenido por el asesinato de su tío Raimundo.
Me eché a reír y le dije que eso no era cierto, que a pesar de todo quería mucho al viejo.
Nadie podía creer lo que oían y veían, los policías me esposaron y yo no salía de mi asombro hasta que le pregunté al comisario cómo dedujo que yo había matado a mi tío.
El comisario me contestó:
Cuando le pregunté dónde estaba Ud. A la hora del crimen, ni siquiera me preguntó la hora, sólo me dijo que había estado en su negocio pero al hacerle la misma pregunta a todos los demás, cada uno me preguntó a qué hora había ocurrido y todos pudieron darme una coartada para esa hora y luego de comprobarlo, el único que me faltaba era usted. Le pregunté a su esposa y ella me dijo que ese día justamente había estado sola en el negocio porque usted le había dicho que iría a la casa de su hermana lo cual no era cierto.
Además, el señor Vicente lo vio, usted al tratar de no ser visto trató de entrar por la ventana pero al estar cerrada, tuvo que ir por el fondo pisando la tierra húmeda de las plantas recién regadas por Vicente y dejando sus huellas sin darse cuenta, las cuales quedaron por varios días porque con el fallecimiento y el entierro, no hubo tiempo de regar las plantas nuevamente.
Ahora que ya sabemos que fue usted, podría ser tan amable de decirnos el motivo que tuvo para golpearlo y matarlo.
___En fin que no tuve más remedio que contarles a todos mis motivos.
Hace más o menos un mes, recibí una carta donde me decían que si no pagaba una deuda de juego, mi negocio iba a ser quemado, me había metido con gente de la mafia y mi deuda era demasiado para mí. No quería perder mi negocio y fui a hablar con el tío pero al decirle para qué quería el dinero me corrió de su casa. Me fui pero volví al día siguiente para implorarle que me prestara el dinero pero lo pensé y decidí que si entraba por la parte de atrás y nadie me veía lo podría atacar y me iría con dinero porque sé que el tío guardaba su dinero en la caja fuerte de la casa y da la casualidad de que un día me dijo en broma que mi cumpleaños le había dado la idea de algo y supuse muy ciertamente que era para la combinación de dicha caja.
Estaba sentado frente al televisor y tomé un saco de arena que tenía junto a él para trancar la puerta y sin que me viera, lo golpee tan fuerte que ni se quejó, creo que murió de susto más que del golpe.
Fui a la caja fuerte pero con tanta mala suerte que a pesar de que pude abrirla, no estaba el dinero, Vicente le aconsejó que lo llevara al banco, lo que nunca imaginé es que el jardinero era la pareja de mi tío. Esto lo supe recién ahora por boca del propio Vicente.
Debo decirles que estoy escribiendo desde la cárcel, sólo, abandonado por la familia, por mi esposa y de compañero tengo a un integrante de la banda de mafiosos a los que debo dinero.
Escribo todo esto para que si el día de mañana no llego a despertarme, sepan lo ocurrido.
El bendito testamento fue abierto y leído para sorpresa de mi querida familia, nadie heredó nada, todo fue dejado a obras de caridad. Salvo la casa que le dejó a su compañero y una renta vitalicia designada por él a mi hermana.
La verdad es que me alegro por ella, se merece eso y mucho más, la única decente de la familia y la que me visita sin importar lo que haya hecho.
La cárcel puede llegar a ser insoportable además ya nada tengo que hacer en este mundo, creo que llegó la hora de partir, a pagar mis culpas en otro lado, tengo todo arreglado, estuve conversando con la enfermera de la urgencia y sé que le agrado, también sé dónde guarda los remedios, unas cuantas pastillas y a dormir para siempre, la vida no siempre es lo que esperamos pero…. Omenia 22/9/2015
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