El diario de Eloísa.
¬¬¬___Querido diario, hoy me levanté más triste que nunca, se casa mi mejor amiga, no es que no esté alegre, pero este va a ser su tercer casamiento, como bien sabes, porque te cuento todo, enviudó dos veces, el último hace menos de un año y ya vuelve a casarse, además tiene dos hijos ¿Y yo? Yo sigo soltera, ya se me pasó la edad de tener hijos y nada ¿Te parece justo?, no soy tan vieja ni tan fea ¿Por qué no consigo a nadie que me quiera?
Como todos los días Eloísa volcaba en su diario todos sus sentimientos, no dejaba nada en el tintero total, nadie más que ella lo leía y hoy era un día especial, sería la madrina por tercera vez y a pesar de lo que escribía en su diario, se sentía feliz, iba a ir al casamiento y la pasaría todo lo bien que pudiera, todo lo bien que una solterona lo pudiera pasar.
Era una mujer alegre, simpática e inteligente pero… ¿Quién sabe por qué? Nunca había tenido novio, no es que no se hubiera enamorado lo que pasó es que buscó demasiado, nadie era, para ella el hombre ideal, pobre Eloísa, no sabía que el hombre ideal no existe, que sólo existen hombres y mujeres con ideales, sueños, esperanzas y que de muy de vez en cuando coinciden con sus parejas, pero hoy al ver la felicidad de Carolina, sintió celos, hasta un poco de envidia, un poco, no mucha porque no era una mujer envidiosa, sólo una pizca que la hizo vestirse mejor que nunca e incluso ir a la peluquería, cosa inusual en ella.
Esa noche Eloísa parecía otra, se sentía distinta alegre y con muchas ganas de vivir.
Carolina estaba hermosa, parecía que los casamientos le sacaban años.
___Eloísa, quiero presentarte a alguien, va a entrar a la familia y quiero que lo conozcas, es Eduardo, el hermano de Emilio (Emilio es el esposo de Carolina).
___Mucho gusto Eduardo, le dijo Eloísa.
Eduardo la miró y bajó la vista, era muy tímido, cosa rara en un hombre cincuentón, pero él era así.
Soltero y de buena presencia, a Eloísa le agradó.
Carolina los dejó solos y poco a poco comenzaron a charlar.
___Así que eres el hermano de Emilio, a él lo conocía, pero a ti nunca te vi. ¿Vienes solo?
___Es que vivo en Tucumán, allí tengo mi negocio por eso no nos hemos visto ante y si, vengo solo.
La conversación parecía haber llegado a su fin hasta que Carolina viendo que parecían dos mudos se acercó y les dijo:
___Parece mentira, dos adultos que no tengan tema de conversación, no lo puedo creer pero por lo menos, bailen y diciendo esto puso la mano de Eduardo sobre la de su amiga y se hizo el milagro, el tibio calor de las manos de Eduardo hicieron ruborizar a Eloísa, el rubor de ella le hizo a él sentir como un adolescente y apretándola contra su cuerpo comenzaron a bailar.
El tango, la música preferida de Eduardo sonaba cada vez más melodiosa y el hombre supo que podría lucirse, mostrar que aún con sus cincuenta años podía bailar como antes y hacer vibrar a la mujer que tenía entre sus brazos.
El calor fue aumentando en esa noche de verano y en el salón era casi insoportable, luego del baile pasaron al jardín… otra vez silencio, ninguno se atrevía a hablar, habían sentido ese no sé qué, que se siente por lo menos una vez en la vida pero la falta de experiencia o la timidez, no les permitía hablar.
Quizá Eduardo ya había sentido esa sensación cientos de veces pero ella no, era la primera vez y se sentía asustada, atraída por el hombre que tenía a su lado pero muy, muy asustada no quería que se le notara… pero todo su cuerpo temblaba como una adolescente.
Carolina bailaba con su esposo, Emilio y señalando a su amiga y a su cuñado le dijo:
___¿Qué te dije? Sabía que eran el uno para el otro.
¿Te fijaste cómo bailan? Ahora están conversando, seguro vamos a sacarlos de la soltería lo antes posible. ¿No lo crees así?
___Difícil, no conoces a mi hermano es más serio y tímido el pobre…
¬¬¬___Pero conozco a Eloísa, nunca antes la había visto así ¿Te fijaste en lo hermosa que está?
___No, sólo te miro a ti.
___Más te vale…
Y diciendo esto continuaron bailando.
De pronto Eduardo tomó a Eloísa de la mano y la sacó de la fiesta.
___¿Qué haces, a dónde me llevas?
___No sé pero sí sé que por primera vez quiero estar a solas con alguien y decirte tantas cosas…
___Pero, ¿Qué van a pensar de nosotros? Irnos así, sin decir nada a nadie…
___No creo que noten nuestra ausencia…
___Pero yo… yo no soy lo que tú crees…
___Y ¿Qué es lo que creo? Que eres hermosa y que deseo estar contigo a solas, donde mi timidez no aflore y hacerte feliz, tan feliz como imagino que sueñas…
Y tomados de la mano salieron de la fiesta, él enamorado por primera vez a pesar de sus cincuenta años y ella radiante pensando que quizá había llegado el amor a su vida.
Al día siguiente Eloísa tomó su diario y trató de escribir pero sucedió algo que antes nunca le había pasado, las palabras no le salían, no sabía cómo expresarse y lo único que se le ocurrió fue anotar la fecha, la de la noche anterior.
Después de esto guardó su diario para no volver a escribir nada en sus páginas, en un lugar secreto, como lo hacía cuando era niña y volvió a la cama donde, aún dormido pero con la felicidad reflejada en su rostro estaba, el hombre con el que había soñado siempre y pensó:
___¿Quién dijo que el hombre ideal no existe?
Omenia.
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