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He labrado mí camino; un sendero de matices,
imponiéndose la luz por entre la resquebrajada oscuridad,
tal cual el cielo después de una densa lluvia;
este acongojado corazón se deleita con las caricias del ensueño.
He visto el vasto océano después de la tormenta...
¿es acaso lo que mis ojos contemplan la ruta que ha de venir?
El viento da vueltas, circulando por entre mi encorvado cuello, deslizándose hasta mi mentón; mis manos caen pesadamente ante esta fértil tierra,
mis rodillas se doblan, mientras mis dedos se aferran a su lactante vida;
todo cesa, todo descansa... y en un minuto mi cuerpo vuelve al ciclo primario; fecundado; mientras me deleito en la danza de aquellas maravillosas aves. |
Texto agregado el 24-02-2016, y leído por 82
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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04-08-2017 |
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Me ha resultado precioso éste poema, realmente me ha encantado. Un abrazo dulce. gsap |
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24-02-2016 |
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Igual que Darío en su Anábasis (subida) al interior, como narra Jenofonte, labras tu camino; un sendero de matices, guiándote por la luz que se cuela entre la resquebrajada oscuridad, después de una densa lluvia, para regalarnos el fruto excelente de tu creatividad.
-ZEPOL |
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