Luces para iluminar las calles
y la oscura vegetación,
rojas y verdes para la imaginación,
son pasiones ocultas
que sangran cuando sale el sol.
Son cuerpos salvados
que recortan su corazón,
que buscan amores provisorios
y se cuidan
de la ceguera que brinda el alma,
de las manos que dan cariño
y que llegando el invierno
se transforman en un abrigo.
Son sólo seres humanos,
que buscan ser queridos
para sentirse vivos.
Somos una raza incompleta,
somos malditos y poetas,
que desangran cuando sale el sol,
que se esconden en un baño
por temor a la transformación.
Tuve una infancia cruel,
tuve una vida con problemas
y una familia que por lo que fui una vez
todavía me condena.
En el peregrinaje de mis pasos a la deriva,
fui conociendo,
fui despidiendo amigos
porque conmigo no tenían nada que ver,
fui alejándome del mundo entero
porque nadie me hacia bien,
estaba sola y con pastillas en el café.
Esperaba el renacimiento y la transportación,
pero este anhelo
no trajo consigo ningún alivio de reencarnación,
no llegaron primaveras nuevas
ni mensajes de paz en la maleta.
NOTA: tenía 18 años de edad cuando di nacimiento a esta prosa, siempre me caractericé por hacer un rejunte de palabras que manifestaran algo, con los años esas palabras fueron cobrando un sentido y una estructura poética que me tomó por sorpresa, mi escuela de vida fue la escritura, el diamante fue pulido.
Nuevos hábitos, una etapa de recientes dolores y desamores, no intentaba ser una "poeta maldita", era una maldita que jugaba a ser poeta.
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