| Agradecerte sería bueno, no por el sexo que me diste
 sino por el amor
 que en inspiración convertiste.
 
 Jugué porque me invitase a jugar
 y a pesar de saber la diferencia
 entre el bien y el mal,
 jugué
 y no hice otra cosa más que tocar,
 pero no asimilaré mi estado
 porque a la moral no la he encontrado.
 
 Reconozco lo que hice,
 reconozco tus gestos
 y tus estúpidas cicatrices,
 y no debería tratarte mal
 y sin embargo, lo hago,
 supuestamente eras parte de mi vida
 y ahora me generas repulsión y lejanía.
 
 Como dije una vez,
 no me ayudaste ni me vas ayudar a vivir,
 deseabas curtirme el alma
 y dejé que lo hicieras,
 querías perturbarme la cabeza
 y todavía sigo juntando las piezas,
 ¡pero no!,
 no te pedí que volvieras.
 
 Necesitar experimentar
 y adquirir un poco de experiencia,
 te presté mi cuerpo para hacerlo
 y me jugó en contra la conciencia.
 
 Te presté mi coherencia,
 pero a partir de ese momento,
 te quisiste robar la esencia
 y en vano manipulaste
 por el orgasmo compartido,
 oí bien,
 porque nunca valdrás
 ni la mitad de lo que escribo.
 
 NOTA: en esos años había comenzado a incursionar en nuevos deseos sexuales, mi desazón ante la falta de experiencia y la certeza de la equivocación, datan de una acumulación de vivencias para que pudiera tomar conciencia del aprendizaje. Tenía 21 años de edad cuando di nacimiento a este poema.
 |