He muerto tantas veces
Que en mi pecho urdí unas alas
Cubriendo el lecho de mí ser,
Rojo y magenta por mis poros se disparan
Como gaviotas vuelan peces
Que se descubren al volver.
Versos raros ha de parir mi lengua,
Que suplica por doquier la miel de calma,
Y no ungirme en el pecado y rutina de pensarte:
Te guardé tan adentro del alma
Que hacia mi vientre caminé más de una legua
Y ahí te planté, como un árbol, para no olvidarte
Es mi semblante etéreamente tan distinto
Que hasta mi sombra anima más,
Debería empezar a olvidar el olvido
Y caminar de vuelta atrás
Con mis ojos vidriosos en el instinto,
Pues, nunca lo querido le hace juicio al acto de amar.
Texto agregado el 22-02-2016, y leído por 73
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