Fumando al costado de la ventana
con un escocés que se animo a aventurarse
por el laberinto suicida
de mis caligráficos caprichos.
Ido en el trazo que deja el aire
entre las hojas de los arboles,
y muchas respuestas sin preguntar.

Un pájaro le hace una mansión
con tremenda vista al bosque a su chica,
lleva horas trayendo de todo,
y avanza rumbo al amor con la seguridad de su instinto.
No creo que se ha dado cuenta que esta evolución le observa
o le da igual, el esta en lo suyo y yo,
yo no se.

El humo invade mis tensiones y el alcohol
relaja el pensamiento,
clásico complemento que algunas veces abandono,
pero es una cama a la cual mis cenizas
siempre regresan y mejora mi percepción del contorno.

Me gusta perder el tiempo simplemente curioseando.

Tres horas le tomo a la genial ave
hacer esa maravilla para su dulcinea,
ella sin pensarlo ya se ha acomodado plácidamente
dentro de aquel castillo y aquello ha sido un enorme espectáculo
que de algún modo me va a hacer ver distinta la vida.

El sol se esta escondiendo
y la prisa del viento
columpia los arboles,
muchas hojas vuelan como aviones kamikaze
convirtiendo el suelo en un cementerio crujiente.