No todos los días se funda una de las marcas más poderosas, exitosas, imitadas y reconocibles de la industria de la moda. Probablemente poco o nada podía imaginar su fundador, Louis Vuitton, que el negocio de maletas y bolsos que abrió en París en los años 50 del siglo XIX llegaría a ser una de las marcas de referencia a finales del siglo XX.
El buen hacer, la calidad de los materiales y la exclusividad de los diseños convirtieron a Maison del la L y la V, historia viva del los últimos siglos, en un referente de la marroquinería de lujo. El éxito pasó de padres a hijos y de hijos a nietos hasta lograr ser, con su fusión en 1989 con Moët Hennessy, el mayor conglomerado de grandes nombres que es hoy en día, un auténtico nuevo modelo de empresa global y todopoderosa.
Logrado prácticamente todo en su ámbito, en 1997, Louis Vuitton decidió lanzarse a la conquista del prêt-à-porter. Para ello contrataron y dieron carta blanca a un joven diseñador neoyorquino -procedente de Perry Ellis y responsable de la difusión y popularización del movimiento grunge- llamado Marc Jacobs. La empresa, con una tradición legendaria, había encontrado en un amante de lo retro -“el romance está en el pasado y en el presente: eso es lo más importante para mí”- a la horma perfecta para sus nuevos zapatos. Así comenzó un idilio que dura hasta hoy. Culpable de las últimas fiebres del mundo de la moda como la obsesión por el ladylike de los 50, el amor por el vintage o las capas sobre capas de ropa, el responsable y director creativo de las líneas femenina, masculina y crucero -además de su marca, Marc Jacobs, y de su segunda línea, Marc by Marc Jacobs- de Louis Vuitton es uno de esos pocos diseñadores capaces de predecir, temporada tras temporada, las tendencias que arrasarán sobre las pasarelas e inundarán las calles. “Creo que la moda depende y vive del cambio, y eso es precisamente lo que me fascina”, comenta él.
Uno de los puntos fuertes de la marca, y del propio Marc Jacobs, han sido sus colaboraciones con diferentes creadores y artistas, desde la directora, musa y amiga de Jacobs, Sofia Coppola, pasando por el rapero Pharrell Williams o el japonés Murakami. “Todos son muy diferentes, pero tienen algo en común: son muy interesantes, tienen energía, curiosidad, sentido de la aventura y amor por diferentes manifestaciones de la cultura popular”, comenta el diseñador al respecto.
Después del desfile de primavera-verano 2014, Marc Jacobs anuncia que abandona la casa de moda tras más de 15 años para centrarse en su propia marca. El francés Nicolas Ghesquière, procedente de Balenciaga, es el encargado de sustituirle. |