De pronto, lo vi. Profundamente dormido, a unos cuatro metros debajo mío. Acostado
sobre su costado derecho, podía observar su tranquila respiración. Su brazo derecho
algo levantado a la altura de su rostro y el izquierdo descansando sobre su pierna
izquierda. Por un instante podría haber pasado como un sueño que difícilmente estaría
ahora contando. Pero el hecho es que quien estaba abajo, era alguien a quien conocía
íntimamente.
Estaba conciente de que estaba suspendido en el aire, sentía la ingravidez, me movía
lentamente, volaba, flotaba mientras mi otro yo estaba dormía placidamente. De
pronto me asaltó una ineludible curiosidad y me animé a salir de la habitación,
lentamente fui ganando la puerta, que estaba ligeramente entornada, apenas descendí
un metro y ya estaba volando sobre el patio. Una enorme galería con columnas
metálicas conducían al fondo de la casa, una casa quinta con fondo arbolado. A la
derecha estaban las habitaciones, que conocía perfectamente.
Pero quería ver cosas nuevas. ¿Como era el patio de la casa vecina? trasladándome
siempre ingrávido muy lentamente asomé la cabeza sobre el alto muro rematado con
descoloridas tejas rojas.
Lo primero que vi fue un juego de jardín compuesto por cuatro sillas de hierro fundido,
cuidadosamente pintadas de blanco al igual que una mesa del mismo estilo rematada
con un grueso vidrio esmerilado. El grueso vidrio reflejaba la tenue luz de un farolito
de pared que a duras apenas iluminaba el patio.
También había numerosas macetas pobladas de malvones, aloe vera y otras plantas no
identificadas por mi ignorancia en estas cuestiones. Una manguera marrón, descansaba
en el piso que dejaba ver un hilito de agua que se perdía en un sumidero cuadrado.
Aunque me sentía libre, me asaltó un miedo repentino y decidí volver. Flotando
lentamente regresé a la habitación en donde me encontraba durmiendo. Y ahí seguía,
en la misma posición con que me había dejado.
Me fui acercando a mi cuerpo, intenté moverme, no podía. Otro intento, tampoco
pude. Comencé a preocuparme, por mi mente pasaron en un instante muchas cosas.
¿será de este modo que uno muere? Se me ocurrió.
Pero, no me siento muerto! Me dije a mi mismo, rebelándome.
Una y otra vez intentaba moverme y no podía. Estaba consciente, sin embargo una
enorme angustia me invadió.
Tengo que hacer algo. Razoné.
Con toda la fuerza de mi mente me concentré para mover el dedo meñique de mi
mano derecha. Comencé el ejercicio. Mover el dedo. Mover el dedo. Mover el dedo…
Mi dedo se movió al mismísimo instante que me despertaba de la más horrible
pesadilla de mi vida.
Me senté en la cama transpirando y angustiado. Miré la hora, las seis, había comenzado
a amanecer. Ya no pude conciliar el sueño.
En la hora del desayuno comenté lo ocurrido durante mi sueño. Todos coincidieron en
que fue una pesadilla, fruto de la comida del casamiento. Asentí.
¿ conoces a la familia que vive aquí al lado? Le pregunté a mi novia.
No mucho, mi mamá habla con la señora, cuando a veces coinciden barriendo la
vereda.
¿ me permitirá ver el patio? Pregunté.
Vamos, te acompaño. Me respondió mi novia, haciendo no con su cabeza.
Llegamos al patio y ahí estaban.
Las sillas blancas de hierro con la mesa redonda vidriada. Las macetas…
¿ no había aquí una manguera marrón? Pregunté.
La acabo de retirar para regar las plantas del fondo. Contestó extrañada.
Una vez leí que cada noche, cuando dormimos, realizamos un ensayo para la muerte. |