El gato sentado en la repisa de la ventana mira abajo a un perro, horas antes, este perro lo perseguía por la calle hasta que subió por un árbol y así llega esa ventana.
Tanto es el ruido de los ladridos, que un sujeto sale a ver de donde proviene el sonido; ve al can y le lanza una botella plástica que tiene en la mano y el animal escapa corriendo por la calle. El gato comienza a relajarse, pero el hombre mira hacia arriba y nota al felino; da un grito de rabia. Entra a la casa y va al segundo piso todavía está el gato en la ventana, que al verlo se asusta; salta nuevamente al árbol y desde ahí al suelo huyendo por los jardines de los vecinos.
El humano se ve enojado, porque su camisa está llena de barro y luce toda arrugada. Él piensa que no es bueno secar la ropa en una ventana, porque puede aparecer un gato y hacer un desastre.
Así, amigo si la próxima vez observas a un perro persiguiendo a un gato, ropa recién lavada sufrirá las consecuencias de está carrera por la vida.