En el cielo no se pinta
Aunque hace poco tiempo que disfruto de las bondades del cielo, debo confesar que estoy muy feliz con mi nueva realidad. Estoy rodeado de una belleza inigualable en compañía de seres que proyectan gozo y paz, mientras los ángeles amenizan el ambiente con las bellas melodías que sacan de sus arpas.
El ambiente y la compañía son excelentes, pero reconozco que extraño pintar cuadros, una de mis actividades favoritas cuando estuve en los predios terrenales.
-Lo lamento, -me dijo el ángel al que solicité una paleta, pinceles y colores- en el cielo no se pinta, pero aquí tienes otras alternativas para entretenerte.
No me había repuesto de la triste noticia cuando desperté sobresaltado con unos toques de bocina de un auto que desde el estacionamiento interrumpía mi siesta y con ella el sueño donde habitaba en ese paraíso de la felicidad infinita.
Me levanté sobresaltado y me dirigí de inmediato a la habitación-taller donde paso horas memorables cada mañana pintando retratos y paisajes, asi como embardunando lienzos con plena libertad con pinturas abstractas. Allí, con renovada inspiración, laboro rodeado mis obras de diferentes temas y formatos, colocadas en las paredes o apiladas en el piso. Sobre la mesita auxiliar reposan lápices, acuarelas, carpetas de dibujo, rollos de telas, cambas, pinceles, espátulas y tubos de pinturas acrílicas y de óleo.
Guiado por un impulso, tomé un formato de medianas proporciones y lo coloqué sobre un caballete. Serví sobre la paleta algunos colores frescos y apliqué algunas pinceladas sobre el lienzo.
Mi hija, que cruzaba accidentalmente por el pasillo me cuestionó: "Qué raro. ¿Estas pintando de tarde?"
Sonreí recordando la frase del ángel del sueño y ante su extraña mirada le respondí, mientras hacía un trazo enérgico de azul ultramar degradado con algo de blanco:
-Para aprovechar mejor mi tiempo en la tierra. En el cielo no se pinta.
Alberto Vásquez.
|