Huyendo de la cama al living, se recorren siglos de música.
La casa huele a primavera con espasmos de un frío que se niega a claudicar.
Tras las ventanas se dejan entrever unos arboles danzando al ritmo natural que les actualiza. Arrogantes, honestos, extendiendo sus ramas para que los pajaritos osen posarse a cantar canciones de arcoiris y luego vuelen a la eternidad.
Son apenas unos cuantos pasos tiernos en la soledad del silencio.
Disfrutar de estas pequeñas maravillas hace querer mas todo lo que te rodea.
Texto agregado el 13-02-2016, y leído por 183
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