"Amar por amar y romper a llorar..."
Y en el fondo espero que, algún día, por fin escribas... Y que entre líneas dispersas susurres que no nos has olvidado...
¿Recuerdas cómo nos brillaron los ojos cuando hallamos el continente?
Y que con esa manía tuya de escoger todo primero, decidiste, que tu punto de partida, sería ese país que tanto amas y al que siempre vuelves...
Yo, tardé más de once años en elegir, en decidirme; primero miré con firmeza todas las piezas que lo componían y ordené en forma de escalerita las calcomanías de las banderas de cada uno de sus países, luego los agrupé por colores, características y coquetee con cada uno de ellos, hasta enamorarme de aquél que alguna vez fue un gran imperio. Ese que fue arrasado, igual que el tuyo.
Y ya elegido mi principio, envié mensajes hasta tu alma. El inicio del juego se regía por una serie de reglas, nos esconderíamos y viajaríamos por el mundo hasta aprender lo suficiente, anidando en el secreto la esperanza de encontrarnos.
Tú, recopilarías historias de tus antepasados elegidos, prestarías atención a cada uno de los detalles, enumerarías las pirámides, los dioses, los castillos; diseñarías el lugar del reencuentro sin olvidar el misticismo de tu raza; construirías la habitación de la posesión, pincelando en sus rincones todo lo aprendido; y acomodarías sobre el lecho, el brillo de la luz que se cuela en las ventanas, para reflejarla en nuestras pieles, mientras nos hacemos el amor.
Yo, visitaría ciudadelas, aprendería disciplinadamente sobre ellas, ordenaría en una línea de tiempo todas sus culturas y dibujaría con los dedos un camino que atraviese sus costas, un camino capaz de esperar paciente por nuestros pasos y que sepa traspasarte la tradición oral de sus moches, sus paracas, sus indios, cuando tu presencia se materialice de mi mano.
En cada iglesia colonial, perdida junto al Rimac, pedí por ti; y cuando sentí el dolor de tu ausencia, escribí tu nombre sobre las dunas de mi desierto.
Aprendí a levantar vientos sobre el polvo de tus recuerdos, hasta llegué a creer que te habías evaporado, sin embargo, a pesar del tiempo, nuestro arisco vigilante, hoy, volví a buscarte...
Compañero de distancias, los años se han burlado de nosotros, se van colgando en nuestras expresiones, como esas manos pequeñitas que buscan descubrir en nuestro rostro un gran tesoro. Los años nos reparieron y las historias de nuestro pacto se alumbraron con nueva vida, el juego de buscarnos y no encontrarnos nunca, se dilató. Probablemente abril llegue con 3000 km menos, pero aún no logro derrumbar esta muralla, llamada sur...
...Querido extraño, mi esperanza, hoy agoniza, junto a esas ganas infinitas de sentir tus labios...
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