Saqué un cigarro de la cajetilla y lo prendí con los restos del cigarro que recién terminaba de fumar, era el sexto que fumaba hoy. Sentí como el tabaco golpeaba mi cabeza y me mareaba haciéndome olvidar, por un momento, la ira descontrolable que sentía. Sería más sencillo fumarme un porro y tomar bastante alcohol para vaciar mi mente, pero hoy no podía darme el lujo de estar drogado, debo permanecer concentrado y fuerte para lograr hacerlo. La ira volvió a inundarme mientras palpaba el cuchillo militar de mi abuelo comprobando que este seguía allí.
Sentí la fría brisa del viento, levanté la cabeza y observé el enorme bosque que se cernía a mi alrededor. Me encontraba en una colina que llamábamos "La montaña", un lugar apartado del pueblo donde la policía no se acercaba mucho, era muy utilizado para comprar drogas y utilizarlas, sobre todo en las noches, hoy por alguna razón no había una sola persona.
El reloj marcaba las ocho y media de la noche, él llegaría hasta las nueve, muy probablemente tarde. Bache siempre llegaba tarde.
Recuerdo cuando todo esto comenzó, justo aquí, hace unos dos años cuando fume marihuana por primera vez. No lo tenía planeado. Justo después de salir del colegio vine aquí con un amigo a tomarnos unas cervezas, un rato más tarde un primo de él nos vió y se sentó junto a nosotros. Él armó un puro y lo prendió. Al principio me negué a fumar, pero después lo probé diciendo que sería la única vez que lo haría, no fue así.
Al principio era un hábito semanal o quincenal, casi nunca fumaba, realmente fue muy sencillo que esto se volviera algo diario y me fuera acostumbrando cada vez más a estar drogado. Simplemente me encantaba, en mi vida nunca había tenido algún amigo que me agradara o una actividad que realmente me gustara, siempre me sentía muy aburrido y he sido muy antisocial, no había nada, absolutamente nada que me hiciera sentir que vivía. Una vez que probé la marihuana sentí como finalmente había encontrado algo que me gustaba, y lo primero que pensé, es que nunca lo dejaría de hacer en lo que me faltaba de vida.
Era un idiota, si hubiera sabido en lo que me estaba metiendo no habría hecho nada, así nunca habría conocida a Alison y ahorita mismo no estaría al borde de cometer una locura... una lágrima atravesó mi cara y cayó al suelo.
Mi forma de pensar antes de conocerla a ella era estúpida e infantil, no podía pasar más de un par de horas sin fumar antes de sentir grandes impulsos por estar drogado. Amaba la sensación de estar desconectado, sentir por al menos unos minutos que nada existía y relajarme, al menos así lo veía yo en ese momento.
Pasaron un par de meses en los cuales fumaba y tomaba muy a menudo, incluso me comenzaron a gustar los cigarrillos de nicotina, hasta el punto en que consumía mínimo tres de estos al día.
Es increíble como mi vida cambió sin siquiera darme cuenta, las personas comenzaron a hablar y más temprano que tarde todos se dieron cuenta de lo que yo hacía, los profesores hacían comentarios sobre el uso de drogas cuando yo estaba cerca, algunas amigas y conocidas se alejaron de mí o me trataba con indiferencia, vergüenza e incluso algo de odio. Casi todos creían que esto no me importaba, siempre había sido una persona inexpresiva y con pocos amigos, pero realmente si me importaba. Sentía que me estaba convirtiendo en la persona que todos pensaban que era, todo esto cambió cuando la conocí a ella.
Fue hace más de un año, era de noche y me dirigía a una fiesta en la casa de un amigo, al llegar la vi a ella sentada en una esquina inhalando una pipa de marihuana. Su cabeza era redonda, su pelo castaño y largo caía sobre sus hombros y bajaba hasta su pecho, su piel era pálida y a simple vista se notaba sedosa y suave. Su nariz respingada y sus labios siempre tenían brillo, lo que la hacía verse hermosa en juego con su piel, sus ojos estaban rojos y reflejaban una pequeña expresión de tristeza y timidez, al verme entrar ella sonrió.
Me dijo que se llamaba Alison, al hablar con ella sentí que estaba hablando conmigo mismo, coincidimos en todo lo que discutimos, teníamos los mismos gustos y misma inexpresividad, además que ambos pensábamos de la misma forma sobre la marihuana, solo que ella a pesar de utilizarla lograba tener muy buenas notas en su colegio.
Seguí hablando con ella, al conocerla mejor comenzamos tocábamos temas más personales y al cabo de unas semanas ella conocía toda mi vida y mis problemas y yo conocía los de ella; por mucho tiempo pensé que ella era perfecta, pero no era así, nadie es perfecto.
Me sentía muy bien cuando estaba a su lado, incluso aunque no estuviese drogado, su cercanía me hacía olvidar todos mis problemas de soledad y me llenaba de un bienestar que es muy difícil de explicar.
Alison asistía a otro colegio que estaba en el mismo distrito donde yo vivía, le dije a mi mamá que quería pasarme a ese colegio con la excusa de que mis amistades me "convencían" de drogarme y me "hacían" faltar a clases, ella se alegró mucho de que quisiera cambiar e inició el traslado ese mismo día.
De aquí en adelante todo cambió para mejor, Alison me influyó a tener buenas notas y me ayudó a estudiar, logré tener notas que jamás pude haber imaginado que tendría. Dejé de ir a lugares como La montaña y ahora solo fumaba con Alison cuando estábamos en su casa o la mía y no había nadie. Me di cuenta que lo que me gustaba de la marihuana y el alcohol era que me ponía la cabeza en blanco, al utilizarla con Alison sentía ganas de aprovechar el momento y estar con ella, incluso a veces sentía que no era necesario utilizarla.
Mi visión del mundo cambió de manera drástica, solía pensar que la vida era aburrida, azarosa y que no tenía sentido estar vivo, logré darme cuenta que el sentido de la vida es el que tu pienses que sea.
Alison me hizo ver que todas la personas que dedican su vida a usar drogas y no estudian siempre terminan arrepentidos de lo que hicieron y con un trabajo mal pagado e inestable. Su inteligencia me sorprendía, ella lograba ver cosas que las demás personas ignoraban, esta era una de las razones por la cual la amaba tanto, incluso al día de hoy sigo amándola, por eso y por muchas cosas más.
Ella siempre fue muy curiosa, siempre quería hacer cosas nuevas y probar absolutamente todo, está debía ser la razón por la que comenzó a fumar marihuana en primer lugar, recuerdo que varias veces ella mencionó que tenía ganas de probar una droga más fuerte como la heroína o la coca pero solo una vez, las únicas veces que tuve peleas con ella fue cuando decía estas cosas, ella siempre me daba la razón.
Una lágrima cayó al suelo lleno de hojas sin siquiera darme cuenta.
Recuerdo ese día con una claridad perfecta, Alison no contestaba mis mensajes, al llegar a mi casa recibí una llamada de la mamá de Alison, me dijo que ella había tenido un accidente y estaba en el hospital, llegué allí lo más rápido posible, ella había muerto pero no fue exactamente un accidente, se había intoxicado con una dosis alta de heroína. Recuerdo las palabras exactas del Doctor- La heroína es una droga tan fuerte que un pequeño error en la dosis puede causar un coma prolongado e incluso la muerte.
Me sentí derrumbado, lo único que me había hecho sentirme feliz en mi vida había sido ella, ahora que no estaba lo único que podía pensar era en acompañarla, dejarme ir y vivir el resto de la eternidad con ella.
Pasaron un par de semanas en las cuales estuve encerrado en mi casa todo el día, solo salía para comprar marihuana y alcohol. Mi madre trajo a un psiquiatra que me recetó una dosis diaria de Lorazepam y venía a verme cada dos días, no fumaba ni tomaba antes de hablar con él y siempre le decía que me sentía mejor, solo así logré que me dejaran de molestar con sus terapias baratas tan regularmente. Yo sabía lo que tenía que hacer, pero por más que lo intenté no logré quitarme la vida, siempre me bajaba de la soga antes de caer inconsciente, o vomitaba después de tragar las pastillas, simplemente no podía. Era un fracaso que ni siquiera tenía el valor de suicidarse.
Comencé a sentir que era un espectador de mi propia vida, sentía que todo era un sueño, como si no pudiera controlar lo que hacía y alguien más lo hiciese. Esto logró tranquilizarme y devolver mi raciocinio, finalmente me di cuenta de lo que debía hacer.
Él se llama Bache, tiene veintiún años, lo único que él sabe hacer es fumar y vender marihuana, ha estado en la cárcel y se rumoreaba que vende drogas más fuertes como la cocaína y heroína.
-Hijo de puta- dije en voz alta mientras me desconectaba de mis pensamientos y volvía a la realidad, él le había vendido la heroína a ella, no había otra manera de conseguirla. Mis manos temblaban de frío y entonces recordé el lugar donde estaba, miré los árboles y la luz de la ciudad que se veía a lo lejos. Escuche un auto acercándose, el reloj marcaba las 9:20 pm, claro que llegaría tarde. Mis manos temblaban nerviosamente y mi pecho dolía por la fuerza en que mi corazón lo golpeaba.
-¿Cuál es la última?- dijo saliendo del coche.
-Bache- dije mirándolo fijamente a los ojos.
Él se sorprendió al ver mi expresión y retrocedió un poco.
-¿Tienes lo que te pedí?- pregunté tratando de ocultar mi ira.
-Claro- respondió él- estás muy serio.
Se acercó y sacó una bolsa pequeña con un polvo marrón. -La aguja la puedes comprar en la farmacia, es de muy buena calidad, no encontrarás ninguna como esta.
Agarré la droga con mi mano izquierda y la miré, mis ojos se desenfocaron y perdí la noción del tiempo.
-¿Puedes pagarla ya?- dijo Bache consternado por mi expresión.
Moví la mano derecha hacia la bolsa del pantalón y bote la heroína al suelo "accidentalmente".
-Cuidado- dijo Bache agachándose a buscarla.
Su cuello estaba justo frente a mí, saqué rápidamente el cuchillo, lo agarré del pelo con mi mano izquierda y hundí la navaja varias veces en su garganta. -¿Esto va a matarme? - grité mientras apuñalaba aún más lo que restaba de su cuello. - ¡A ella la mató! y tu sabes que fue tu culpa.
Empujé su cuerpo y cayó justo debajo del auto, en un ángulo donde su cara me miraba, sus ojos estaban medio cerrados y apagados, un mar de sangre brotaba de su garganta. A pesar que estaba muerto había llevado su mano hacia su cuello para tratar de detener la sangre que no paraba de salir, su cara reflejaba el peor de los terrores, después se fue tranquilizando hasta cerrar totalmente los ojos y dejarse ir, la verdad parecía muy tranquilo.
Escuche unos ruidos, era como si estuvieran gritando alrededor mió, como si una fiesta se estuviera llevando a cabo en el bosque y yo no había sido invitado, y realmente quería estar en la fiesta.
Epílogo:
Me encantaba sentir el sol, calentaba mi cuerpo y me hacía sentir bien, esto me recordaba a alguien o algo que no puedo visualizar en este momento, simplemente sabía que me hacía sentir bien.
Miré a mi alrededor, a la derecha había un grupo de personas, todos vestidos de blanco, jugando con unas cartas y riendo. Una muchacha algo musculosa(tambíen vestida de blanco) corría de un lado a otro ejercitándose, al verme que la seguía con la mirada se acercó a mí.
-Finalmente abriste los ojos- dijo ella mientras acariciaba mi pelo - has pasado por mucho, espero que pronto puedas hablar, todavía tienes toda una vida por delante. Ella me besó en la frente y volvió a su ejercicio.
Traté de mover los brazos y mi camisa me impedía hacerlo, miré hacia abajo y vi que estaba sobre una silla de ruedas. Traté de recordar por qué estaba aquí y cuando había llegado, pero lo único que logré visualizar fue mucha violencia.
Volví a cerrar los ojos dispuesto a no abrirlos nunca más, tenía muchas preguntas, ¿por qué estaba aquí? ¿Cómo había llegado? ¿Por qué me sentía tan sedado?
Siento que todo esto ha sido un gran sueño y después... solo oscuridad
|