Cuando lo vio entrar se sobresaltó, sintió el vacío en el vientre que cambia un día terminado por una hora eterna, el pecho apretado por una fuerza invisible y la columna conectada a una batería de 100 volts, como un gato que acaba de ver a la bestia a unos metros de su vida. La melena alborotada del majestuoso león, el embriagador perfume a rosas, los ojos centelleantes, todo oculto en un rostro de porcelana, las espinas, el veneno, el hábito de pantera, o de tera, o therion, el behemoth abriendo las fauces, la gravedad, el tiempo, el espacio, devorado en un instante.
Ella (ahora el monstro tomaba forma), agarro una pistola que llevaba en el bolso, o quizás era una navaja, o probablemente una pluma y de su columna surgió un grito -¡aléjate! ¡no me mataras otra vez¡- su reacción fue instantánea, casi venial, la histeria de una mujer aterrada, o despechada, o de una mujer a secas. Todo cambio cuando él/eso bajo (o descendió) el último peldaño de la escalera de caracol, que ahora parecían al puente de dante, cuando su rostro salió de la sombra, la pelirroja no pudo dejar de reconocer esa imagen, el simio que la reventó tantas noches, el fantasma que rondó su cama todos estos años, vestido de terno y con una sonrisa macabra, los ojos verdes como serpiente y la cola en el umbral, el profundo son que reverberaba en el hall, y que embriagaba a la súcubo que lo acompañaba.
Una habitación hasta hace poco bulliciosa, ahora se convertía en un teatro para dos, los espectadores espabilados por la ola de adrenalina, dejaron sus actividades ociosas y enfocaron su atención en el par de desconocidos, dos numero primo, la televisión que trasmitía hasta hace unos instantes la telenovela de la tarde ahora enmudecía para dar espacio al drama, el calor de un día de enero en el valle del Maipo se congelo. Un pelmazo, de esos que llegan atrasados a todo, trato de colarse al caldero, pero la quietud de la escena lo asusto y más rápido de lo que tardo en entender, decidió volvió a su escritorio, procurando no levantar la cabeza, a ver si la tormenta pasaba por la pieza vecina y se quedaba allí, un par de invitados, cariátides de la mesa de recepción envidiaron al pobre infeliz, el resto de ojos no se atrevió a apartarse de los protagonistas y nunca se enteraron del descaro insignificante de un gorrión.
El joven aterrado vocifero, -de que mierda hablas, tu eres la bruja de mis sueños, quien te permitió salir de ahí- apretaba los puños dispuestos a saltar sobre sus pesadillas y meterla a golpes a su testa, la tensión de la mandíbula hacía que los dientes tronaran cuando callaba, más tarde se avergonzaría de que su lenguaje mundano, no hiciera par con la extraordinaria situación.
-tu eres el simio de mierda que me ahorca, en mis pesadillas replico la mujer, la última vez me tiraste un piano por la cabeza- ella intentaba racionalizar, pero todo lo que salía de sus labios eran disparates, disparates que hacían sentido para ambos- pero aquí afuera a los animales le metes un balazo y se desploman-
De que mierda estás hablando- se ofusca el muchacho, esperaba un duelo, y ahora parece estar en un estrado, con un jurado deseoso de soltar el martillo y que la guillotina caiga- tu eres la bruja que me ahorca mientras duermo…
Y entonces todo se cae.
-Espera tú me sueñas también?
-te apareces con una máscara por la ventana de mi choza, mientras estudio mis libros en medio del Amazonía, me ciegas intentas ahorcarme y luego te arrancas por la puerta-
-no, no. Yo estoy entrando a una caverna, y hay una bestia jugando con unos huesos, me ve entrar y me sale persiguiendo, así que lo encandilo con la linterna para echarme a correr- baja el arma.
Jajaja- una risa alterada se escapa, mientras el sudor frio se ha transformado en una mancha de agua que se pega a la camisa,- te persigo por todo el campamento para que me devuelvas la vista que me robaste, pero cuando te atrapo, sacas tu fuerza sobrehumana y me ahorcas hasta la muerte-
-¿te mato?
-depende el día en que te sueñe, a veces te tiro un piano que te revienta, otras veces yo te ahorco a ti, una vez te saque la máscara, eras hermosa, pero luego olvide tu rostro-
-jajajaja te he disparado un par de veces, pero no te mueres, si me agarras me matas, aunque me acuerdo que una vez te ahorque, y ahora que lo pienso también te he tirado un piano que te revienta, no sé de dónde saco la fuerza, pero es reconfortante verte desaparecer entre tablas y teclas-
-y notas también
-jazz.
Me llamo Marcelo -aún no se atreve a acercarse.
Yo soy Beatriz, se ríe a carcajadas.
El público empieza a cuchichear, que par de imbéciles hacen escándalo en un recinto público, actores de cuarta haciendo un show, o uno de estos Harlem, en el fondo lo que les molesta que el drama se haya vuelto comedia, nadie tiene estomago para la comedia en el registro civil.
Te he soñado en otras fantasías.
-Me violaste.
-Me humillaste ante mi familia.
-Nos matamos un par de veces.
-Que loco.
-¿Vamos a comer?
- pero de lejitos, no quiero que me atrapes.
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