Mi mamacita dice siempre que soy muy guapo, un carita para conquistar féminas, por eso no me extrañó que al ir paseando por una colonia popof de mi ciudad, en la ventana de una elegante casa vi a una hermosa dama vestida con un sugerente negligé que insinuaba sus encantos. Ella me dijo: “Joven, la puerta de la casa está abierta, venga a mi recámara que lo necesito”.
Yo, en menos tiempo en que me tardo para contarlo ya estaba en la habitación de la dama, ahí, había un niño al que la señora señalándome le dijo: “¡Mira m’hijito si sigues portándote mal, te volverás tan feo como el señor!”
Por la sorpresa quedé estático, lo que aprovechó la maldita mujer para gritar:
“¡Viejo, un pelado nos está molestando!”
Por otra puerta entró un individuo bien trabado, de mala catadura y de casi dos metros. De inmediato me fui hecho madre y en mi huida para preservar mi humanidad, alcancé a oír a ese grandísimo cabrón que se burlaba con alegres carcajadas.