Era el primer día de clase y los niños llegaban con sus padres, la mayoría y otros con sus abuelos o algún familiar.
Había mucho nerviosismo, todos querían volver a ver a sus compañeros del año anterior y también conocer a los nuevos alumnos.
La escuela era chica pero este año la concurrencia de alumnos superó la del año pasado y algunos tuvieron que compartir, clase y maestra.
Por tal motivo había muchos niños nuevos.
Un jovencito llamó la atención de todos, rubio de ojos celestes y con cara de pocos amigos, le tocó sentarse al lado de Isabela una chiquita de trenzas largas y negras que le dio la bienvenida a Jorge, que así se llamaba el muchachito pero que a cambio recibió un ¡ NO me molestes… por respuesta.
Isabela se sintió muy asustada y se puso a llorar pero la maestra le dijo que debería tener paciencia, que Jorgito era nuevo y que aún no conocía a nadie y que también él estaba un poco asustado, que pronto se le pasaría y se haría amigo de ella y de todos.
Así fueron pasando los días pero Jorge no cambiaba su actitud y fue separándose cada vez más de sus compañeros hasta que un día Isabela le preguntó:
___¿P0r qué eres tan malo con todos si no te hemos hecho nada?
___No quiero contestarte…
___¿Sabes qué pasa? Me siento mal al tenerte como compañero si ni siquiera me hablas.
Pero, ese mismo día, Jorge tuvo una visita a la hora del recreo que lo cambió por completo.
La maestra hizo pasar a dicha visita a la clase y con ella, a Jorgito, que estaba tan contento que nadie lo hubiera reconocido.
La maestra también estaba contenta, al fin Jorgito tendría la paz que necesitaba para ser como era de verdad, un chico bueno y compañero que hasta ese día no había podido ser.
Luego que la visita se retiró, la maestra les contó que esa señora que vino a verla, era la madre de Jorgito y que el niño hacía tres meses que no veía.
Debido a una larga enfermedad, la madre del niño había estado internada en un sanatorio pero que le habían dado de alta y ahora se encontraba muy bien.
Jorgito sólo pensaba en su madre y por eso les dije que le dieran tiempo, de ahora en adelante se comportaría mejor y podría hacer muchos amigos.
Jorgito muy contento, les habló a sus compañeros explicándoles el motivo por el cual estaba siempre muy serio y no quería ni hablar, es que el médico le había dicho a su padre que no sabía cómo saldría su madre de la enfermedad, él estaba escuchando y se sentía muy triste pero ahora que sabe que su madre está curada todo va a ser distinto, se va a integrar a la clase y a jugar y a estudiar con todos.
También le pidió perdón a Isabela, sabía que ella era la que más sufría al ser compañera de banco.
Ese fue un gran día para todos, la clase, antes con problemas debido a un niño demasiado triste, pasó a ser la mejor clase de la escuela, todos perdonaron a Jorgito y de ahí en más la alegría se apoderó de todos.
A veces, las cosas no son como uno quiere y cuando se trata de un niño el razonamiento es diferente, para los niños, no hay intermedios, se es o no se es, lo tengo o no lo tengo, hasta que crecen y comprenden y para eso está la mano de Dios que trata de complacer a todos sus hijos, a veces lo logra y otras no pero como en la vida todo tiene un porqué, la mayoría de las veces con sólo enseñarles que Dios existe y que aunque no lo vean Él siempre está, la infancia, la adolescencia y el resto de sus vidas puede ser muy placentera.
Omenia
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