una voz mezquina y surrealista, continuaba lapidando sus esperanzas de ser libres, la cripta, el único lugar que conocían, su mundo, donde habían nacido, habían vivido, habían amado, ahora era una celda, un espacio confinado, asfixiante, captor de sus sueños libres, anhelantes de volar por sobre las cuatro paredes de aquel recinto pútrido, queriendo vislumbrar quizá un atardecer más allá en el parque cementerio, subir un escalón a un lugar que ya arañaban con su imaginación hastiada del olor pestilente de su encierro, lugar de pastizales purpuras en praderas eternas de contar, extendidas hasta un sol violeta y firmamento verde claro, que cambiara el gris lúgubre de su respirar, pero aquella vos no les daba descanso, y cada vez les hacía olvidar su adorado sueño del mas allá, mas allá de ese sentimiento atroz que les mantenía en cautiverio en su cripta, su cuna, su matiz más odiado y favorito, aquel único al que odiar y al que amar, a donde mirar y donde callar, mil opciones que siempre terminaban en el negro y gris de su despertar encerrados siempre con su anhelo de libertad..