Ohhh me cago decía ridiculizándose por el cólico mientras subía apresurado por las escaleras, con ambas manos en el trasero, como quien busca tapar el agujero de un barco que comienza a naufragar, al llegar al frio portón de su departamento, y en la eternidad de buscar las llaves en el bolsillo, recordó como un flash momentáneo aquel momento estremecedor en el que un día fue libre de todo aquello que lo detenía, que le mantenía cautivo y prisionero del parecer, de la esclavitud de la razón, de la pernisia de la vida sosegada de comodidades y departamentos amueblados, que corrió libre con su mente desnuda y brillante, que salto como un bailarín profesional de ballet en su papel protagónico, que casi floto como un astronauta en órbita, que anotó el gol, gol decisivo del partido de su vida, que remo en contra de la corriente para conseguir el nacimiento del rio, que trepo los picos escarpados del Tíbet, que… que… cuando llego al baño era demasiado tarde….