Hoy a pleno mediodía, al correr tras el camión, se me salió un zapato. Toda la gente a mi alrededor se rio a carcajadas. Luego, al subir noté que no traía para el pasaje. Se me había olvidado en la mesita de centro, esa que mamá compró al abonero. Bajé todavía más avergonzado. Luego comenzó a llover, y como mi casa está a varias cuadras de la parada del camión, se me empapó toda la ropa. Encabronado, avergonzado, casi llorando entré y mi madre hacía el aseo. “¿Qué te pasó, mijo?”. “Nada, nada”. Y subí a mi cuarto. Me recosté y puse música: Santa Esmeralda. En eso, mi madre me grita: “Te hablan por teléfono, es Maricruz, dice que si no vas a pasar por ella, que si se va con Alma”. Corrí a contestar en el fon de arriba: “No mi amor, ya voy por ti”. Eso me da ánimos para volver a salir.
Ahora sí, con impermeable, dinero y zapatos bien ajustados, voy corriendo tras el camión. Llego a su casa con un milky way en el bolsillo y la madre me corre. “Te dije que me esperaras en la esquina” me dice Mary. “Chingado, pensé que tu mamá ya se había ido a trabajar”. Le doy el chocolate y me toma de la mano, y ahora sí, chingue-a-su-madre si me pasa algo, estoy con ella y nada más importa. Nothing else matters. Ya no llueve y llegamos a la escuela. La primera clase no ha comenzado. En eso llega un Mustang convertible, que se estaciona mero en frente de nosotros y baja el instructor de gimnasia, ese que tiene mala fama de enlistarse a más de una. Le hace una seña como diciendo "ya entra a la escuela", como ordenándole, como si fuera su dueño, pero ella con un gesto le dice que no.
-Que confiancita ¿eh? Esas clases de los sábados en la mañana no le dan derecho a ...
-Es mi maestro, no pienses mal- Y lo mira de reojo.
Yo la veo a ella de reojo también, con su uniforme se ve preciosa. Ando cachondo, pero intento disimularlo. Nos vamos a la barda blanca, detrás de las casitas que están frente a la escuela.
-Espérate, aquí no, ya te dije.
-Pero me va a hacer daño, mi amor. Son más de seis meses y no me has dado nada.
-Qué terco eres. Por la tarde vienes por mí y me llevas a donde quieras ¿sí?
Me instalo en mi cuarto de nueva cuenta. ¿Música? Reo Speedwagon, y me pongo a tocar la guitarra. Son las dos de la tarde y no sé a dónde ir. Me llega el recuerdo de lo que tengo que hacer, iré a la farmacia y compraré lo que tengo que comprar.
-Dame un paquetito de tres.
-¿Qué? ¿Ya se te hizo?
Mirthala me mira con ojos de venadito, ella también es como yo, sólo que me lleva dos años. Tiene más experiencia. Comenzó con Joaquín, él fue el bueno, su primera vez, su colchoncito en la cochera de su casa.
-Mirtha, no son para mí, son para mi hermano, solo que le da pena contigo, porque conoces a mis papás.
-Si, claro. Pero, ¿te lo sabes poner?- me dijo y arrancó la carcajada. Se movió todo su cuerpo. Hasta sus tetitas debajo de aquella bata blanca, le brincaron un poquito. Y yo cachondo.
-¡Suerte matador!- Y soltó otra carcajada.
En la esquina están El Cabezón y Serva, “el que llega y surte”. Le decimos desde más chavos “el que llega y surte” porque cuando hablábamos de peleas, el decía: “a mí ni me le busquen, porque yo nomás llego y surto”. Mejor guardo el paquetito porque estos cabrones son bien carrilla.
-Mi buen Pajarito, que ha habido- me dice El Cabezón.
-Aquí nomás. Fui a dejar a mi chava a la secu, y ¿ustedes que hacen?, ¿fueron a la tocada del Pinky?
Me dijeron que no, que al Roel, el hermano de la frondosa Marce, se le fue encima el Aris, el perro de la otra esquina y que fueron a verlo el sábado por la noche.
-Ni hablar, vato, espero que esté bien.
-Pues si está mejor, pero las inyecciones le duelen un chingo, son como veinte en el ombligo. Y siempre qué, ¿cómo te fue en el ATM con tu morra? Me dijo el Mike que la vio, ¿o no andaban ahí el sábado?-
El Mike es el que cobra en el motel, pero como ni me conoce me ha de haber confundido, además de que mi Mary y yo apenas nos ibamos a estrenar. Total, me hice pendejo y no le contesté.
-Bueno, me tengo que ir, mi jefa me está esperando porque la voy a acompañar al mercadito, digo, para ayudarle con las bolsas... no sean cabrones, no se burlen…
Mi jefa ya se había ido, y me dormí un rato. Seis de la tarde, la alarma sonó. Me levanté hecho madre y me metí a la regadera. Mi loción Monsiuer de Givenchy, me espera. Es una de las muestras que te regalan en el Sears. Perfumado y bien bañado, y sobre todo bien arreglado, me lanzo a la calle rumbo a la secundaria. “Ahora sí, esta noche conocerá mi envergadura”. Y me río de las pendejadas que pienso.
No veo a mi Mary por ningún lado, me hago el disimulado y entro a la tienda de en frente a comprar una caja de cigarros More . Ya se está vaciando la secundaria y no vi a Maricruz, ¿Dónde se habrá metido?
-¡Perla! ¡Hey Perlita!, ¿no viste a Maricruz?
-Qué onda Pajarito, no está… salió temprano, dicen que se sintió mal… vomitó en el baño y su mamá vino por ella. Habló con la "dire" y se fueron.
“No manches, que le pasaría, tal vez se puso muy nerviosa. Tal vez la presioné demasiado. Sí, eso fue. La primera vez para una mujer no es cualquier cosa y yo con mis pendejadas”. Me lanzo a su casa. Pero tengo miedo y mi mente vuelve a girar: “¿y si le contó a su mamá lo que yo le quería hacer? Mejor me doy la media vuelta, de todas maneras esa señora no me quiere”. En eso venía su madre de la tienda con algo así como toallitas húmedas. “Eres un pendejo, ya embarazaste a mi hija” me dice.
Y mi paquetito de condones sin abrir, sin usar...
Del libro "De como el pajarito se hizo de una farmacia"
Edit. Caralibro 1987
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