La vecinas (diálogo)
Doña Isabel___Hola doña Vera, ¿qué hace tan temprano en la vereda? ¿Se cayó
de la cama?
Doña Vera___Buen día doña Isabel, ¡qué va! Todos los días me levanto a hacer el
trabajo sucio, ¿acaso no se fijó cómo está la vereda? Claro, lo que pasa es que usted no tiene un árbol frente a su puerta.
Doña Isabel___¿y eso que tiene que ver?
Doña Vera?___¿Cómo que tiene que ver?, fíjese, fíjese no más, la puerta de mi
casa parece el baño de todos los perros del barrio, ¿dónde quedó aquello de las multas a los que sacaban a los perros y no llevaban una pala y una bolsita? Ja, ¡qué risa! Si yo no limpio, nadie lo hace y mi casa es una mugre, nadie se limpia los pies al entrar, parece que soy la sirvienta del barrio.
Doña Isabel___Tiene razón, vecina, ¿a dónde vamos a parar si esto sigue así?
Doña Vera___Y hablando de otra cosa, ¿se enteró del escándalo del noveno piso?
Doña Isabel ¬¬¬__ No, cuénteme, usted sabe que yo soy muy discreta y que jamás ando
con chismes.
Doña Vera___Ya lo se, por eso se lo cuento. Resulta que la Dora, la que vive con el
que trabaja, bueno, usted ya sabe dónde y cobra un sueldón, ese de pelo largo y barba, para estar a tono, usted me entiende, ¿lo conoce?
Doña Isabel___Si, creo haberlo visto alguna vez.
Doña Vera___Bueno, parece ser que el sábado, le cayó la mujer, la verdadera, la
que tiene la libreta y todo, y ni se imagina la que se armó, aquello parecía una batalla campal, volaban platos, sillas y hasta la mesa.
Doña Isabel___'Qué barbaridad! Con lo tranquilo que era el barrio.
Ni me diga y en el edificio, con eso de que la gente se muda a cada rato, ya ni nos conocemos unos a otros.
Doña Isabel___y, cuente, cuente, ¿qué pasó? ¿en qué quedó todo?
Doña Vera___A él se lo llevaron al hospital, con dos costillas rotas, parece ser que
la verdadera mujer lo empujó escaleras abajo y a la Dora, la dejó toda arañada, la que mejor quedó fue la mujer, salió ilesa de tanto lío, pero ni le cuento cómo quedó la casa, ahora el marido está preso, por bígamo, porque parece ser que se casó con Dora estando casado, el muy bandido.
Doña Isabel___'.Pero mire usted! Y yo sin enterarme de nada, pero ¿qué quiere que
le diga? A mi esa Dora nunca me gustó, con esas calzas tan ajustadas y casi desnuda, siempre provocando a cuanto hombre se le cruza por el camino, creo que se lo tiene bien merecido.
Doña Vera___Y hablando de todo un poco, ¿cómo está su marido? Me enteré que
se jubiló.
Doña Isabel___Ni me lo nombre, cualquier momento quedo viuda, está
insoportable, sólo quiere que lo atienda a él, se la pasa pidiéndome de todo, que el agua para el mate, que la estufa, que la comida, hasta pretende que le prenda la tele, no se imagina lo que es tenerlo todo el día en casa!
Doña Vera___Si la entenderé, a Pedro, mi marido, por suerte todavía le faltan
unos años para jubilarse, pero ya tengo planeado lo que voy a hacer, no lo quiero todo el día arriba mío, usted me entiende no?, tengo pensado abrir un kiosco, así se entretiene y no molesta.
Doña Isabel___Pero qué buena idea me dio, ¿cómo no lo pensé antes?
Doña Vera___No me diga que usted va a usar mi idea!
Doña Isabel___Bueno, no estaría nada mal, además tenemos algún dinero
ahorrado y en el garaje , como no tenemos auto, se podría abrir un kiosco, ¡qué buena idea!
Doña Vera___Sí, pero robada y si ustedes ponen un kiosco ¿qué pongo yo?
Doña Isabel___No se preocupe, todavía le faltan algunos años para retirarse, a su
marido, digo.
Doña Vera___En eso tiene razón, y pensándolo bien, tendríamos que alquilar algo
y usted sabe cómo están los alquileres, por las nubes, ¡cómo se complican las cosas!
Doña Isabel___¿Sabe doña Vera? Sabía que tenía algo para contarle y me acabo
de acordar, ¿se acuerda de la Negrita, su cuñada?¿ La que vino de Salto el año pasado?
Doña Vera___Claro, la hermana de mi marido ¿Qué pasa con ella? hace mucho
que no tenemos noticias de ella. Desde que vino hace dos años no la vi más
Doña Isabel___Ya no vive en Salto, ahora está en el Vaticano. Se fue cuando vino acá.
Doña Vera___¿Qué me dice doña Isabel? ¿Qué puede estar haciendo mi cuñada en
el Vaticano?
Doña Isabel___Bueno, no se si en el Vaticano, pero en Roma si está.
Doña Vera___¿Y qué hace en Roma? Y ¿usted cómo lo sabe?
Doña Isabel___Bueno, usted sabe que no me gusta meterme en cosas de familia y si
su esposo no le dijo nada, ¿quién soy yo para hacerlo?
Doña Vera___Ah no, ahora que me dejó con la espina va a tener que contarme.
Doña Isabel¬¬___ Está bien, pero que después no me digan que soy una chusma.
Resulta que la Negrita conoció a un tipo, marino él, que estaba de paso por Salto, vaya uno a saber por que, y lo conoció por pura casualidad, usted sabe cómo es ella, vive paseando mientras el marido trabaja como un burro, ¡pobre hombre! Y encima con cuernos, perdóneme, pero así es.
Doña Vera___No puedo creerlo, pero si es una santa!
Doña Isabel___Qué santa ni que niño muerto, como le decía, lo conoció y el desgraciado se enamoró de ella y se la llevó escondida en el mismo barco en que trabaja.
Doña Vera___! No lo puedo creer!
Doña Isabel___!Créalo! me lo contó el sobrino de mi marido, ese que tiene la novia
en Salto y viaja todas las semanas, aunque no se de donde saca plata si es un pobre diablo que ni trabajo fijo tiene, pero volviendo a su cuñada, parece ser que el marino, luego de un tiempo resultó ser peor que el marido y ahora ella le escribió al pobre, diciéndole que esta arrepentida y que quiere que le mande el dinero para volver.
Doña Vera___!Cuando se entere mi marido!
Doña Isabel___Su marido ya lo sabe, me contó el carnicero que hasta le mandó
plata porque al pobre del marido no le alcanza el sueldo, todo se lo gastó ella en pilchas y peluquería.
Doña Vera___¡Desgraciado! y a mi que no me da ni para una CocaCola porque
dice que hay que ahorrar, ¡ya me va a oír!
Doña Isabel___ Pero por favor no le diga nada que yo se lo conté, si mi marido se
entera me mata.
Doña Vera___ No se preocupe que mis labios están sellados y ahora me tengo que
ir, ¡qué tarde se hizo! Las diez de la mañana, ¡cómo pasa el tiempo!
Doña Isabel¬___ Ni que lo diga, a una se le van los años limpiando y atendiendo al
marido.
Desde dentro de la casa, don Eusebio, el marido de doña Isabel la llama:
Pero che ¿todavía chusmeando? Son las diez y saliste a las ocho, ¡dale que quiero
el mate!
Doña Isabel___Bueno che, bajá el gallito o te lo preparás solo ¿estamos?, parece
mentira ni hablar con las vecinas se puede...ya voy, ya voy...
Omenia
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