¿Quién soportará por las madrugadas el ruido leve de los pasos de mi hijo por el corredor que sale al patio? Podrá acaso ignorarlo o suprimirlo en su mente, pero no tendrá paz con el rebote de una pelota que ya no existe.
No hermanos míos, no puedo vender la casa.
Porque, ¿qué hombre o mujer de este mundo será capaz de mantener la cordura si en la oscuridad de cada noche se mece el columpio, luego se oye el crujir de una rama que se quiebra, después un golpe, luego nada?
Mi niño sigue aquí.
Del libro: "Hola papi ¿jugamos?"
Edit. Caralibro 2010
Texto agregado el 26-01-2016, y leído por 160
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