Ella tenía los ojos de su padre. Era una chica alta, algo ruda y solitaria, constantemente malhumorada y huraña, todo lo cual forjó un carácter férreo, mismo que le permitió manejar sola la carnicería - herencia familiar- que poseía, con compromiso y dedicación.
Hija única, criada por su padre, pues siendo una pequeña niña su madre murió. Tuvo una adolescencia de sacrificios y exigencias, ya que él siempre fue demasiado estricto, no permitiéndole ir a ningún sitio más que el trayecto correspondiente entre su casa y el colegio.
Los vecinos justificaron el hecho murmurando que quizás, tras haber perdido a su esposa, tenía miedo de perderla también a ella.
Ya casi al término de su adolescencia, su padre alcohólico no regresó de una borrachera, eso dijeron también los vecinos. Anna respiró aliviada, su secreto estaba a salvo, nadie sabría jamás del horror que junto a él había vivido.
Ella tenía los ojos de su padre… también sus manos, su corazón y cerebro, todo muy bien conservado en el inmenso congelador.
M.D |