Los Viejos
Un Jueves, por la tarde, bajo la hojas resecas del otoño, dos ancianos conversaban, se encontraban tan lejos de mi que era imperceptible oír su conversación. Me acerqué y sin hacer evidente mi presencia los escuché:
-...sabes Jonás desde hace mucho que caminamos y aún no me das una razón del porqué hacemos esto.
- Te diré que yo también estoy buscando un motivo pero la verdad es que no se me ocurre nada.
-Por años hemos pasado por escuelas, teatros, libros y aún no he encontrado algo por lo que me de inquietud seguir andando.
-Sin embargo, aún estos pies se mueven y hay que seguir el sendero hasta que por fin tengamos una razón.
-¿Qué? Jonás me estás diciendo que cuando se nos ocurra algo, vamos a dejar de andar, eso es absurdo.
-No más absurdo que andar sin motivo alguno.
-Pero, me parece que una decisión como esa es muy apresurada de tu parte Jonás.
-Entonces, ¿Qué propones?
-La verdad es que no se me ocurre nada, tal vez si nos sentamos a pensar debe de salir algo.
-Yo estoy de acuerdo con eso, me he cansando de estar caminando.
Un poco desconcertado por la conversación que acababa de escuchar los seguí a ambos ancianos hasta un roble, en el que se sentaron y continuaron charlando.
-Jonás, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Adelante, Bernardo
-¿Qué has hecho antes de echarte a andar conmigo?.
-Humm, creo que una fui ferrocarrilero y luego un ingeniero, pero para serte sincero no estoy muy seguro de eso.
-¡Qué!, cómo que no estás seguro.
-Sí, no estoy seguro, pero de lo que sí te puedo asegurar que lo que hice lo hice mal.
-Es una pena, pero al menos recuerdas algo de lo que hiciste antes, yo en cambio no recuerdo nada, soy sólo un viejo.
-Pero, hemos andado juntos Bernardo y eso es hacer algo.
-Me refiero a si tuve una vida diferente antes de eso, no lo entiendo, desde que comencé a caminar contigo, no recuerdo nada anterior.
-Yo también voy perdiendo la memoria conforme van pasando los años, creo que llegado un momento lo olvidaré. Bernardo, no hay que descorazonarse por eso, supongo que un día de estos nuestras vidas tendrán un nuevo sentido. Tengo la sensación que eso será así.
-Eres muy optimista Jonás, gracias por decirme eso.
Al escuchar eso, pensé que estos ancianos eran uno dementes y sentí lástima por los viejos. Me pregunté que hacían deambulando solos y en ese estado por estos lares que para mí, también eran desconocidos.
-Jonás, que tal si conversamos de algo, ¿por qué no propones una idea?
- La verdad que no se me ocurre nada.
-¿Cómo?
-No, no se me ocurre nada.
-Pero cómo ¿no se te ha ocurrido antes nada?
- Sí, como te he contado antes hacía algo, pero ahora no hago nada.
-Y has podido vivir así tanto tiempo.
- Ya me acostumbré ¿A ti se te ocurre algo?
- Claro.
- A ver
- Pues te diré... Humm...
- Dime
- Ya, que te parece el argumento de una historia, en la que un escritor se ha olvidado de sus personajes por mucho tiempo, y que habiéndolos creado jamás se le ocurrió un argumento para hacerlos vivir, por lo que estos divagan y no tienen la menor idea del porqué de su existencia.
- Me gusta, a mí no se me hubiera ocurrido algo mejor.
Yo, desconcertado, me alejé y los dejé en paz.
(Aplausos y telón)
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