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El panadero y el rey
Hace tiempo me contaron este cuento que me gusto mucho y que es posible también sea del agrado del posible lector.
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Hace muchos, muchísimos años había un reino gobernado por un rey que no se caracterizaba ni mucho menos por sus cualidades positivas.
Era hosco, orgulloso, colérico, soberbio y despiadado con sus súbditos a los que tiranizaba y castigaba por cualquier pequeño fallo que tuvieran, no era querido, pero si temido por todos, que no osaban contradecirle si querían conservar la cabeza sobre los hombros.
No tenia piedad con nadie, a todos despreciaba y a nadie amaba, con excepción de su oso, tenía un oso amaestrado que le acompañaba como un perro faldero por todas partes y al que colmaba de caricias, de comodidades y de buena vida y al que quería como si fuera uno de sus hijos, bueno que digo, infinitamente más que a sus hijos.
El oso le acompañaba siempre, comía con él en su mesa, se bañaban juntos y estaba presente en todos los actos que el reino organizaba, absteniéndose todos sus súbditos de hacer nada que pudiera molestar al oso, ya que las consecuencias podían ser terribles.
Y ocurrió que un día al panadero real que era el encargado de servir todas las mañana bollos recientes para el rey y el oso, no se despertó a tiempo para hornearlos y llevárselos calientes como al rey le gustaban, por lo que aterrado ante la perspectiva de que enfureciera, decidió que era menos peligroso llevarle bollos del día anterior que no llevarle nada.
Craso error, pues el rey no tardo ni un segundo en notar que los bollos no eran recientes, montando de inmediato en cólera como era habitual.
“Que me traigan inmediatamente al osado panadero que me ha traído los bollos duros” vocifero a la guardia.
“Panadero” le dijo a gritos al pobre hombrecillo que temblaba como una hoja al viento.
“¿Pero cómo te atreves a traerme bollos duros? ¿Pero como osas pensar que pudiera no notarlo? ¿Pero como piensas que yo iba a dar esta porquería a mi oso?, serás castigado de inmediato como corresponde a tu falta”
“Guardias” continuo “Llevarle a una mazmorra y ejecutarle mañana, pero antes ir a su casa expulsar de ella a su familia, quitarle su ganado y quemarle sus campos, he dicho” concluyo.
Los guardias arrastraron al pobre panadero arrojándole, como siempre ocurre en los cuentos a una húmeda mazmorra, donde desolado comenzó a llorar y a pensar, “¿Que será de mi mujer, de mis hijos? Y cuando yo muera toda mi familia estará condenada a la pobreza, ¿Qué voy a hacer?” y se quedo pensando toda la noche como podía superar su desgracia, hasta que ya muy de madrugada se le ocurrió una idea que no dudo podía servirle para salvarse, así que cuando a primera hora del día siguiente el carcelero le saco de la celda a empujones, para llevarle a la horca, con una pequeña sonrisa y a media voz le dijo.
“Que desgracia que tenga que morir y que pena para el rey que va a perder la posibilidad de poder hablar con su oso, porque para que lo sepa caballero carcelero, yo soy la única persona del mundo que se enseñar a hablar a los osos, pero en fin, que le vamos a hacer, no podrá ser”
El carcelero, no tardo ni un minuto en presentarse ante el rey y contarle lo que le había dicho el panadero y ni que decir tiene, que el rey entusiasmado y muy nervioso hizo que le llevaran al reo a su presencia.
“¿Pero cómo es eso? ¿Tú sabes enseñar a hablar a los osos? ¿Y podrías enseñar al mío?” le grito con la cara roja de tensión.
“Pues si majestad, tengo esa rara habilidad heredada de mi padre” contesto astutamente el condenado.
“¿Pero y como no me lo habías dicho antes malandrín?” grito el rey.
“Pues porque no me lo habíais preguntado” fue la respuesta.
“Pues venga empieza de inmediato y no pierdas el tiempo” impacientemente le dijo el rey.
“Pero señor el aprendizaje de un oso no es cosa de un momento, se necesita mucho tiempo, calculo que veinte años para que aprenda a vocalizar y podáis conversar con él” contesto el panadero en voz baja.
“¿Veinte años? bueno pues veinte años, pero empieza ya, vivirás en palacio no te faltará de nada pero te dedicaras solo a enseñar a mi oso.” vocifero el monarca.
“Señor como queráis, ¿Pero qué será de mi familia que ahora están en la calle y no pueden ni comer? así no podre concéntrame en la enseñanza?” fue la respuesta del panadero.
“Guardia” respondió el rey, ”Busca a su familia y tráeles al palacio, vivirán aquí y no les faltara de nada, ni comida, ni vestidos y tendrán todos los lujos, serán mis invitados mientras este hombre enseña a mi oso”
“Gracias majestad, me pongo a la tarea” contesto sonriente.
Cuando se encontró con su familia y después de llorar y derramar juntos abundantes lagrimas felices por el giro de los acontecimientos y haberse salvado de la horca, su mujer le reprocho amargamente la estrategia que había urdido.
“¿Pero que has hecho desgraciado?, si, has salvado la vida y a nosotros de la pobreza, pero ¿Qué haremos cuando se dé cuenta el rey? entonces su castigo será aun peor”
“Tranquila mujer” no temas, le contesto ”Piensa que veinte años son muchos años y que en ese tiempo”
“Quizá se muera el oso”
“O a lo mejor el que se muere es el rey”
“O quién sabe, en ese tiempo, lo mismo el oso aprende a hablar”
Fernando Mateo Enero 2016

Texto agregado el 20-01-2016, y leído por 315 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
20-01-2016 jajajaja.. comencemos la lección: A - E - I - O U... el astuto eres tú!!! sheisan
20-01-2016 La necesidad agudiza el ingenio, muy buen cuento. elisatab
20-01-2016 Me encantó tu cuento muy original. ome
 
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