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Voces

Siempre está la docente del secundario que cuando pongamos Pérez le reclama algo diciendo que no escuchó, ella le dice algo así: Pérez, se ha expresado mal. Usted escuchó, porque no pudo no haber escuchado, pero no entendió. Se dice “no entendí”, Pérez. A todo esto, la atención de Pérez se ocupará más de cualquier culito que pase por la vereda que de cómo hay que pronunciarse en esos casos. Ya que estamos, solo se ve aquello que se mira. Usted y Pérez ven un culo porque lo miran, siempre hay un movimiento físico (del ojo, de lo que se mueve) y otro intencional (uno elige lo que mira), y aun así parece que “ver” refiriera más bien a la capacidad física y “mirar” más bien a la intención. En lo que hace al lenguaje, el loco Heidegger no está de acuerdo con la profesora del secundario; según él hay una relación afectiva con el afuera y una serie de acciones se dan en simultáneo: usted oye, entiende e interpreta todo al mismo tiempo. Tal parece que nos resulta imposible oír puros ruidos, como si uno ante un ruido ya lo ha interpretado. Uno oye el tránsito, un perro o a un chino que habla su idioma, uno no entiende un carajo de lo que dice el chino, pero no duda de que el chino esté hablando igual que, como dicen esos monjes pelotudos, el mundo le habla a uno (o cosas así). Entonces este oír o escuchar es una disposición, y si es esto, usted entiende al mismo tiempo mal o bien.
Pero yo me voy a detener en un detallito: uno oye lo que quiere. Pongamos que aterriza un plato volador y hace un ruido que nadie nunca oyó. Pongamos que usted lo escucha. Si a usted le parece normal oír un ruido del que nada sabe, bueno, capaz que siga con sus cosas. Si usted cree en los marcianos y le resulta bien asociar ese ruido con un aterrizaje alienígena, bien, capaz que usted sabrá si huir o invitar a los bichos esos a tomar un mate. Pero usted oyó lo que quiso. ¿Qué escuchamos cuando alguien canta el “Feliz cumpleaños”? Ritmo, palabras, voz, notas musicales. Mire, lo que seguramente escuche será esto: do do re do fa mi siendo que los primeros do son corchea con puntillo y semicorchea, luego tes negras y una blanca, todo esto en compás de 3/4. Otra vez, mire, usted puede no saber que acaba de escuchar eso, por ahí lo cantaron el si bemol, conque me transporta todo un tono abajo, pero no me va a discutir que lo que suena es eso.
Hasta acá es todo digamos que instantáneo, uno está dispuesto de tal manera que oye. Escucha que alguien habla e interpreta instantáneamente, es decir, no se pone a pensar en el significado de cada palabra y luego hace una deducción; todo es ahí mismo. Ya dije que uno escucha lo que quiere: me pongo a escuchar música de gente que canta en inglés y no entiendo un carajo de lo que me dice. Es obvio que no estoy sometiéndome a esas palabras de ningún modo; estoy abierto, sí a la voz, al ritmo, a los sonidos (llamo sonidos a los de las notas musicales), es como si hubiera decidido no entender o, en resumidas cuentas, entender lo que me da la gana al margen de lo que es. Por eso puse el ejemplo del Cumpleaños feliz, porque es un discurso de palabras que difícilmente pueda interpretarse de más de una manera. Uno se pone a escuchar a digamos Spinetta y no entiende nada de lo que dice. Es más, yo me pregunto qué mierda entiende la gente cuando dice que el Flaco Spinetta es un poeta. Ya sé que entienden lo que quieren, pero me pregunto qué es eso. Si tuviera que decidir, diría que Spinetta es un retrasado mental que canta pelotudeces, o un drogadicto. Pero la gente dizque es poeta.
Podríamos verlo así: tiene que haber algo que dé sentido a toda esa cantaleta ridícula que suena aun cuando no lo hubiera. Y acá no se trata de eso que antes referí como instantáneo porque el oyente pone el disco una y otra vez. Algo así sucede con cierta clase de poesías, que uno lee y le resultan insultantes, o bien que están confeccionadas para gente que, somo si oyera música en un idioma desconocido, no quiere entender. Entonces nos dicen de imágenes, de respiración, de ritmo, de belleza, etcétera; nos dicen que esa poesía es para sentirla y no para entenderla. Y en ese momento es que me dan ganas de agarrar un revólver y salir a los tiros, vea, qué quiere que le diga.
Voy a hacer de esto una cuestión muy simple y con un ejemplo muy fácil, el de la canción del Feliz cumpleaños: puse que la frase “que los cumpla feliz” es una secuencia de cinco notas, la última de las cuales es un mi blanca (dura dos tiempos). Usted creo que está en condiciones en este mismo instante de cantar esa frase. La ha escuchado bastante, supongo. Cántela una vez más. Eso. Bueno, ahora pensemos esto, que se ha quedado en la última sílaba “liz” para que la melodía dure una blanca. Piense ahora en cómo se ha quedado cantando ahí. No, deje, no piense. Yo se lo cuento: usted ha prolongado la duración de la letra “i” de tal modo que ha pronunciado algo así: liiiiz, ¿no? Ha visto. Bueno, ahora vaya a mirar su facebook y fíjese si alguien cumple años y si sí, fíjese en esos saludos efusivos repletos de pendejadas, y luego me cuenta si no vio algo como esto: que los cumplas muy felizzzzzzz!!!!!! Si no tiene Facebook vaya a alguna otra red social o busque por aquí mismo, que algo así debe haber. Yo me pregunto a qué obedece este fenómeno, como si alguna vez en la puta historia de la humanidad un cristiano hispanoparlante hubiera cantado eso: felizzzzzzzz, que es una prolongación de un sonido sibilante que nomás se usa para hacer callar a la gente (o para emular un neumático que se desinfla, digamos).
Una explicación fácil de lo anterior es que toda esa gente es pelotuda y que por eso la humanidad está condenada a una extinción violenta. Olvidemos esta explicación y hagámonos pues la pregunta de cómo es posible que se dé este fenómeno. De última, he visto casos peores, es decir que prolongan consonantes imposibles físicamente de prolongar (con la Z se puede; vaya y prolongue una C usted que es muy macho). Esto sucede, pues, en muchos niveles del lenguaje de diferentes formas. Es como cuando uno viene y dice “ay, sí, yo a Jorge lo llevo en el alma” y usted me va a decir que eso no es lo mismo porque es una metáfora o, mejor, una expresión metafórica porque a) no es posible andar llevando a Jorge (que por lo visto ha muerto o se exilió) y b) que el alma nadie sabe qué mierda es. Sea como fuere, resulta evidente que el lenguaje tiene sus reglas, y que estas reglas nadie sabe de dónde salieron dado que mediante ellas los niños aprenden a hablar y luego verán cómo se escriben las palabras y por qué. Estas reglas vendrían a ser parte de esa disposición con la que estamos ligados al mundo, ha visto, el pez nada, el pájaro vuela y nosotros toda esa cosa de oír, hablar, bli bli bli.
Vuelvo, pues, a esas canciones carentes de sentido o a esas poesías de (pongamos) dudosa coherencia: son como mirar las nubes: usted ora ve una pija, ora un oso panda, ora a Jorge. Considero esas poesías como jueguitos de lenguaje para la gente que no quiere o no necesita entender, como quien simplemente se dedica a contemplar el cielo crispado de la tormenta o alguna zanguangada por el estilo. El poeta, no contento con las palabras, se dedica a abusar de espacios en blanco, renglones vacíos, sangrías, palabras escritas de arriba abajo y demás cositas propias de niños preescolares. Lo mismo ocurre con el lector, aun cuando existan ciertos hilos conductores y coherencia: la gente lee lo que quiere porque además oye lo que quiere y ve lo que quiere. Su lectura dependerá de su ánimo a la manera de quien se pone en pedo: usted está alegre, se toma tres birras y se ríe; si está triste, llora. Yo alguna vez me propuse hacer un ejercicio mental para, según cierto comentario, deducir qué había entendido (o, mejor dicho, leído) el lector, pero me estresé y me fui a tomar una birra. Ahora que lo pienso, entender es de alguna manera apropiarse de algo, y por eso es que vienen los genios a decir que el libro es del lector (claro, 200 mangos lo pagué, hijo de puta) y demás frases bonitas. En fin. Yo quería ver cómo es un poco todo esto, pero realmente me supera el tema, y me supera eso de cómo puede ser que si alguien escucha “feliiz” escriba naturalmente “felizz” y de aquí no puedo salir. Este fenómeno es inmensamente recurrente y, repito, en varios niveles. Explíqueselo usted, mi viejo.

Texto agregado el 19-01-2016, y leído por 248 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
23-01-2016 La poesía... Es complejo eso. RHCastro
21-01-2016 No puedo leer ahora ando rendida, pero ya volveré con energías renovadas creo. espero. rhcastro
19-01-2016 Hey Jenio tinoarjen ¿qué te pasa? Ya estás muy grande para escribir estas mariguanadas. Ya ez ora que que le pazes el “testigo” a la fulanito. ¡Juvilate! -ZEPOL
19-01-2016 Peliagudo fenómeno. A mí lo que me sorprende es que hay gente que se ríe así "kajskjaskjk". Ni un ruso con ataque. No sé, esto de escribir los sonidos es muy complejo. ¿A quién se le ocurrió que la figurita “a” suena “a”? kroston
19-01-2016 querido guy, espero que ta hayas desahogado de tanta nimiedad que te sofoca. ¿te tomo en serio?¿es realmente como para ponerse nervioso que se cante (escriba) feliiiiiiiiiiz o felizzzzzz? en cuanto a escuchar y entender tenés razón, pero no te olvides que hay también una diferencia entre escuchar y oir El que no entiende oye, no escucha. Es decir no pone atención en los sonidos que le llegan a sus oídos. Una vez protestaste por los anglicismos ninive
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