Este hombre ha cubierto su rostro con un gesto de buda, para que los caminantes miedos que pasan junto a el, no sepan como hacerle dudar de sus trazos.
Estos caminantes se preguntan donde esta la mujer que el esta pintando, miran hacia todos lados, buscando doblegarlo por medio de ella.
El se esta iluminando con cada trazo, cada caricia que evidencia la luz que sale de los ojos de ella, ella le da una paz a su corazón que el antes ni presentía.
La sonrisa de ella es toda una paleta de colores dentro de el, la magia de la pintura que no se desgasta con el tiempo nace aquí.
Los caminantes miedos pueden oler a uno de los suyos dentro de el, saben que esta muy dentro, un infiltrado detrás de ese gesto meditativo, para aprisionarla en grises y arrebatársela.
Buscan este ente oscuro al oler su sangre, solo esperan que el, le ponga nombre y se le escurra en el pensamiento dicho llamado.
Hasta que ven que no podrán, que los colores son anónimos, que son nuevos en el, que son la llegada de ella a su vida, ante este inesperada luz, se convierten en viento y el hombre solo queda siendo pintado por los paisajes de ella.
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