Espere bajo el filo de la madrugada
Mientras se me escarchaban
Los huesos y la mirada
Espere junto a la compañía de mi sombra
Y las sombras que corrían en mi cabeza
Ebrio, y tumbado
De pie, con el pecho inflado
En esas horas vacías
Lentas, cual babosa enmohecida
Mientras pasaban los años
Y las décadas
La tiesa y fiel neblina
El huracán de mentiras
Y los desgarradores vientos del sur

y paciente y alocado
la juventud se vertido en el pavimento
y la vi pudrirse tristemente
entre flores celosas
y animales moribundos
tanto espere
que mis cabellos se nevaron
mis memorias colapsaron
y al final de un túnel de rosas
vi mi propia cara
ya curtida, ya dañada
y ese eco resonante
que eternamente me gritaba
¡nada, solamente nada!