Entre sabios y tontos.

Entre el cielo y las estrellas, de esto hace muchos miles de años, existían dos mundos, uno frente al otro aparentemente iguales.
Los dos estaban habitados por personas como nosotros aunque en la realidad, eran muy diferentes, no físicamente pero sí, intelectualmente porque uno era el mundo de los tontos mientras que el otro pertenecía a los sabios.
No eran muy grandes y se encontraban uno frente al otro, tan cerca estaban que se podía ver desde el planeta de los sabios, mediante telescopios inventados por ellos, los tontos ni se enteraban pues ellos no inventaban, eran muy tontos.
Los tontos tenían un enorme cartel, puesto por quién sabe quién, que decía: PLANETA DE LOS TONTOS, y estaban muy orgullosos de él puesto que ni siquiera sabían lo que decía, mientras que los sabios tenían otro que decía: PLANETA DE LOS SABIOS y ellos también estaban orgullosos de él.
Los tontos vivían felices en su rutina diaria, nunca había algo nuevo y si lo había ellos ni se daban por enterados, no habían escuelas ya que ¿Quién enseñaría en un mundo de tontos?
Vivían en parejas y con muchos hijos, gozaban de la naturaleza y comían frutas y legumbres que alguien sin querer plantó.
Los sabios no tenían tiempo para esas tonterías de tener hijos o disfrutar de la naturaleza o plantar o sembrar, ellos construían laboratorios, hacían su comida diaria a base de píldoras de diferentes colores y debido a todo estos eran cada vez más viejos que jóvenes, y menos felices sus hijos nacían en probetas pero como casi no tenían tiempo, hasta esa costumbre de tener niños se había ido perdiendo.
No era cuestión de andar haciendo las mismas tonterías que sus vecinos a los cuales espiaban pues la curiosidad de los sabios era mucha al ver a los tontos siempre felices y lo complicada que era la vida de ellos.
Durante mucho tiempo, todo continuaba igual hasta que un día un sabio pensó:
___¿Cómo es posible que en el mundo de los tontos siempre haya alegría y sean cada vez más mientras que nosotros somos cada vez menos y más tristes? Tanto lo pensó que decidió inventar algo que aún no lo habían pensado sus colegas a pesar de ser tan sabios, un transporte que lo llevara al mundo vecino ya que la distancia era muy corta entre uno y otro.
Se puso a trabajar y en muy poco tiempo ideó y creó una máquina voladora que lo transportó al mundo de los tontos en un abrir y cerrar de ojos.
No se lo comunicó a nadie, los sabios eran muy celosos y envidiosos, cada cual quería ser más sabio que el otro.
Al llegar, se llevó la primera desilusión, nadie se fijó en él, cosa que en el mundo de los sabios esto hubiera sido todo un revuelo, esto lo molestó mucho, el sabio igual que sus compatriotas eran soberbios y les gustaba que los adularan y le hubiera gustado que le dijeran lo inteligente que había sido al llegar al otro mundo él sólo.
Los tontos lo veían como a uno de ellos sin importarles cómo hubiera llegado, lo consideraban uno más y nada más.
El sabio recorrió el mundo de los tontos sin llamar la atención y se sentía cada vez más triste hasta que de pronto descubrió a la mujer más bella que jamás hubiera visto y sin saberlo se enamoró, su corazón comenzó a latir tan fuerte que el sabio pensó que iba a enfermarse hasta que ella se le acercó y se pusieron a conversar, él por supuesto no le dijo quien era, igual a ella no le hubiera importado, sólo veía al hombre de sus sueños del cual también se había enamorado perdidamente.
El sabio sabía que si se quedaba iba poco a poco a llegar a ser como ellos, pero también pensaba que si la llevaba a ella al mundo de los sabios, todos se reirían de él y de ella.
Esta encrucijada lo llevó a pensar en buscar otro mundo, el cual no estuviera habitado aún y buscando y buscando encontró uno, el más hermoso y decidió que formaría una familia allí, y fue así que llegaron a la Tierra, el sabio y la tonta pronto tuvieron descendencia y poco a poco se fue poblando la Tierra con otros sabios y con otros tontos y si no me creen piensen, ¿No es cierto que de sabios y tontos todos tenemos un poco?

Omenia