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Que porque le tengo pánico a los elevadores, eso es fácil de responder, aun recuerdo y del recuerdo se desprende uno de mis mas grandes temores, desde entonces no subo a un elevador, ni creo subir otra vez, evito los edificios altos y las visitas a oficinas, departamentos y cualquier otro lugar que requiera de su llegada en elevador.

Hace unos 4 años, trabajaba en el edificio del ángel, un edificio construido hace unos 40 años, de los primeros con elevador, construido especialmente para oficinas, sin embargo la única persona que había operado casi desde su inauguración hasta el momento en que ocurrió todo fue el Sr. Dávila, un tipo viejo, silueta corvada, mentón caído, calvo, con mirada profunda y fija.

Era una estampa totalmente acabada, pero llena de energía, había ocasiones en que pensaba que vivía en el elevador, pues en la noche alrededor de las 12:00, el seguía operando el elevador y aunque parezca increíble al día siguiente por muy temprano que llegara uno, siempre estaba ahí, sin embargo, fue decisión de la administración del edificio en apoyo con Carlos Alarcón, quienes solicitaron su retiro.

Cuando Carlos le pidió su renuncia, tendría alrededor de 67 o 68 años, mas de la mitad de su vida operando el famoso elevador, la tristeza se apodero rápidamente de su rostro y de su alma, no había mucho que decir simplemente “gracias, por su buen servicio”, y eso fue todo, una liquidación tan pobre como su condición fueron el adiós a cerca de treinta y nueve años de trabajo.

Una vez anunciado su retiro estaría con nosotros una semana mas, había comenzado a trabajar a principios del mes y deseaba terminar de igual forma, a principios del mes.

Cuando me dirigía al treceavo piso, oficina en la cual trabajaba, siempre platicaba con el Sr. Dávila, pero durante los seis primeros días de su ultima semana, procuraba no dirigirle la palabra, probablemente lloraría o se enojaría, no sabia cual seria su reacción.

Llego por fin el miércoles, este era el primer día del mes de mayo y el ultimo día de la semana proporcionada al Sr. Dávila para despedirse del edificio.

Temprano en la mañana llegue dispuesto a tomar el elevador, como todos los días, pero había algo que me incomodaba, cuando se abrieron las puertas, una mirada extraña se poso en mi rostro, era el Sr. Dávila, si, pero no era el mismo.

Teníamos tiempo de no conversar, así que decidí empezar una ultima platica.

Buenos días Sr. Dávila, listo para trabajar?.

A que pregunta tan estúpida, como se me ocurre preguntarle a alguien en su ultimo día de trabajo que si esta listo para trabajar, supuse que se había enojado porque no me contesto.

Instintivamente o podría decir mecánicamente, pulso el numero del piso donde siempre me bajaba, el 13, durante todo el trayecto desde la planta baja hasta el treceavo piso, no hizo parada alguna, eso era raro por que casi siempre había actividad a esa hora de la mañana.

Al llegar al citado piso, se abrieron las puertas lentamente, mire de reojo al Sr. Dávila, y pensé:

Pobre hombre, a partir de mañana se las arreglara como pueda.

Al dar un paso hacia fuera del elevador, alguien grito.

No dejes que se vaya el elevador!

Observe al Sr. Dávila y le mencione que se esperara un momento.

Salí del elevador, y busque a la persona que me había pedido detener el elevador, pero no había nadie, que curioso, pensé, claramente oí cuando dijeron que no dejara el elevador, que raro.

Me dirigí a la oficina cuando salió el Sr. Carlos Alarcón, buenos días, le dije, si va ha bajar ahí esta el elevador esperando.

Sin contestarme pese a la educación que supuestamente tiene un licenciado, se dirigió al elevador y yo a la parte interior de mi oficina.

Buenos días, saludaba a todos, cuando salude a Carlota mi secretaria, se me hizo fácil comentarle lo de mi pequeño encuentro con el Sr. Carlos Alarcón.

No le hagas caso, ya sabes como es.

Y yo todavía diciéndole al Sr. Dávila que se esperara.

A quien?

A Dávila, por que te me quedas viendo tan raro?.

Hablaron hace un rato de la casa del Sr. Dávila, su sobrino.

De seguro para pedirle a la administración y al Lic. Alarcón que le dieran otra oportunidad a su tío.

No, el Sr. Dávila murió ayer a las 11:00 de la noche, un tumor dicen.

Y yo me iba a morir de un paro cardiaco a las 9:15, acababa de ver a un muerto y casi platique con el, bueno no me dirigió la palabra, pero ahí estaba, de repente recordé lo sucedido hacia unos instantes y pensé, o no, el licenciado Alarcón, subió al elevador.

Presentía algo malo, salí corriendo de la oficina y al llegar al pasillo pude observar al Sr. Alarcón recargado sobre su hombro y las puertas del elevador cerrarse

Tuve deseos de bajar rápidamente por las escaleras, pero la verdad estábamos hablando de trece pisos, permanecí observando el elevador por un rato y la aguja que indica el piso del mismo.

Había llegado al piso 10 cuando se detuvo, en esos momentos pensé que Alarcón ya se había disgustado con Dávila, por ir a trabajar en estado de descomposición.

Sentí alivio al pensar que Alarcón había bajado en el piso 10, cuando ocurrió algo que nunca había pasado, el elevador a pesar de tantos años de servicio, jamás se había descompuesto y ese día escogió para estacionarse entre el piso 10 y el piso 9.

Baje tan rápido como pude y cuando llegue al piso 10 trate de abrir las puertas del elevador sin conseguir nada, Alarcón era muy nervioso, y sabia que si no lo sacaba de ahí lo mas pronto posible, era capaz de orinarse.

Mi impotencia de no poder abrir las puertas pronto se convirtió en enojo a tal grado que empecé a patear las puertas, cuando en eso oí un grito proveniente del elevador.

Hey, el de afuera o los de afuera, sáquenos de aquí!.

Sáquenos, esto quiere decir que aun esta con Dávila.

Quienes están ahí, grite.

El señor Dávila y yo, el licenciado Alarcón.

Esta bien, este..... ahorita vengo.

Pues apúrese, me grito.

Regrese lo más pronto posible a la oficina, y solicite que me ayudaran cinco voluntarios los cuales bajaron conmigo.

Cuando llegamos, inmediatamente les grite, no se preocupen ya llegamos.

O no nos oyeron o ya paso algo, porque nadie contesto.

Grite otra vez pero nada, así que decidimos abrir las puertas, tres de cada lado y con todas nuestras fuerzas las abrimos.

El elevador era de puertas dobles, como es obvio y por seguridad las puertas externas se pueden abrir, pero no las internas del elevador, por eso empezamos a decidir quien bajaría y con un, no seas maricon y tu te llevas mejor con el lic., decidimos que seria yo.
Con sumo cuidado, inicie el descenso, bueno en realidad estamos hablando de unos cuarenta o cincuenta centímetros pero es para darle emoción.

Llegue hasta una puerta que esta en el techo del elevador y la verdad es que me sudaba todo, no se oía nada, pensando que con el relajo de estos de alguna manera ya se hubiera despertado cualquiera, pero ni un ruido, solo las burlas y las risas de estos cuates.

Abrí con cuidado la puerta y la verdad no quería asomarme y me empecé a poner pálido, bueno eso dicen, me dio escalofrío y que empiezan a burlarse, órale no seas maricon buey, ya baja ni que estuviera tan alto y con esas palabras de aliento, pues que me asomo.

Instintivamente, dirigí la mirada hacia donde se supone estaba Dávila y pensé, si lo veo le voy a decir, a que don Dávila hasta muerto viene a trabajar, pero no había nadie en el asiento del operador, después de un rato lo cual se me hizo una eternidad me acorde de la otra persona que estaba en el elevador, Alarcón.

Mire hacia el otro lado de la puerta y vi al licenciado, recargado en la pared, dándome la espalda, totalmente encogido.

Baje de un brinco, y mire a todos lados, Dávila ya no estaba, por momentos sentí alivio así que me dirigí hacia Alarcón.

Licenciado, psst, psst, oiga Licenciado.

Sin respuesta alguna, me acerque cada vez mas a Alarcón.

Toque su hombro y parecía un muñeco, tieso como madera, lo sacudí varias veces llamándolo por su nombre, Carlos, Carlos, sin respuesta alguna, dude un poco hasta que por fin le di vuelta, fue cuando me di cuenta que por desgracia ya no vivía.

Sin embargo su rostro, esa prueba fiel de que existe el mas allá, era impresionante, sus facciones estaban totalmente torcidas y dibujaban una grotesca mueca y sus ojos, sus ojos no tenían iris, estaban totalmente en blanco, así como su cara, estaba pálida como la cera, varias venas del rostro estaban abultadas, tenia sangre en la nariz y oídos, de por si estaba feo en vida, muerto estaba peor.

De la impresión no me había percatado hasta después de un rato que había bastante sangre en el suelo y que faltaban varios pedazos del linóleo que cubría el elevador, arañazos mas bien, entonces vi sus uñas, llenas del linóleo con sangre, debió ser bastante fuerte la impresión que tuvo cuando Dávila le dijo que estaba muerto, bueno si es que le dijo o simplemente decidió espantarlo, quien sabe que paso en esos minutos y nadie lo sabrá.

Estaba al punto de un colapso nervioso, se oía cuchichear afuera, así que me quede sentado esperando a que alguien se asomara o trajera ayuda.

Por fin, se decidieron asomarse, de reojo vi a 3 de los muchachos que me habían ayudado y todos hicieron una cara de que paso, y yo creo que puse la mía de no se ni madre, porque ni siquiera me dijeron nada, sin embargo, se percataron que Alarcón estaba muerto.

El elevador no se movió, a pesar de que el técnico ya tenia como dos horas de tratar de hacerlo funcionar, mientras una ambulancia llegaba al edificio, que para llevarse el cuerpo, la bronca era como lo sacaban del elevador, yo todavía estaba adentro del elevador, porque nadie se había atrevido a bajar, pues claro había un muerto.

Las únicas personas que bajaron fueron dos socorristas con una camilla, me sacaron primero y después fue un desmadre para sacar al Licenciado, lo trataron de amarrar a la camilla, pero estaba en una posición tan rara, la espalda corvada, las piernas contraídas y para acabarla de amolar estaba de lado.

Después de varios intentos, decidieron abrir las puertas internas del elevador y lo tratarían de bajar por el noveno piso, paso bastante tiempo pero por fin lo bajaron.

A mi me suministraron una docena de calmantes, por que la verdad estaba bien jodido, después llego un socorrista para preguntarme sobre Alarcón, que si lo conocía, que cuantos años tenia, si tenia familiares y después de un rato me hizo la pregunta mas idiota de todas, que si sabia como murió.

No tengo ni la mas remota idea, mejor dígame usted, le respondí, bueno parece un paro cardiaco bastante extraño, tuvo una impresión exageradamente fuerte, el corazón bombeo una cantidad increíble de sangre que no lo soporto, se le reventaron los oídos y le broto sangre de la nariz, bastante diría yo.

Pues la verdad es que no me di cuenta de nada, solo vi su rostro.

Bueno su rostro se debe a varios impulsos nerviosos los cuales se atrofiaron, dejando los músculos tensos y tal parece que no nada mas los del rostro, sino también los de todo el cuerpo.

En ese momento, empecé a llorar, pensando que unos momentos antes yo estaba en ese elevador.

Al día siguiente, fue el funeral de Alarcón, muy pocos fueron a darle el ultimo adiós, pero los que fueron dicen que fue totalmente diferente, primero se construyo un féretro especial para Alarcón, a pesar de que se trato de darle una posición mas acorde con el entierro, todo el cuerpo estaba de una forma peculiarmente tensa, el rostro se tuvo que reconstruir, utilizaron alambres, pintura y varios retoques de silicón y otras madres mas, bueno según me dicen.

Yo renuncie ese día, jamás regrese, es por eso que le tengo un pánico a los elevadores, Alarcón fue el primero de una serie de extrañas muertes ocurridas en el edificio, las victimas, el personal de la administración y curiosamente, cerca del elevador descompuesto, ya que no volvió a funcionar nunca más.

Texto agregado el 10-09-2004, y leído por 302 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
19-09-2004 Tu relato es bueno, la idea espeluznante, la descripción de los rostros, los pintorescos tonos de humor, que intercalas, el modo en que presentas el texto, algunas redundancias y obviedades quizás afean un poquito lo que globalmente es un cuento atrapante y bien narrado. Pasaré por las pirámides... Ah, 5 estrellas igual! orlandoteran
14-09-2004 Mi reclación con los muertos es bastante más poetica, jajajaja. Pero si creaste un ambiente que erizaba los pelos. Las descripciones están bien hechas y me gusta como vas separando los párrafos, poca gente lo hace y eso genera un cansancio al lector, tu entretienes. La primera parte es más lenta, pero a partir del encuentro de tu personaje con el señor Alarcón todo se va como por un tubo, rapidito y ameno. anemona
11-09-2004 ufff, valla historia, a medida que la voy leyendo tengo ganas de saber que es lo que va a ocurrir. Esta muy bien, ha habido momentos que incluso me ha dado escalofrios. Buen relato, bien escrito. Por cierto me gustó mucho la descripcion del cadaver, buena imagen. Rosa_negra
 
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