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Falsos recuerdos.

Al levantar la tapa del viejo baúl, de pronto, todo regresó, mi vida entera parecía pasar ante mis ojos.
Aquellas cartas, leídas miles de veces, una y otra vez, parecían querer revivir tantos años, los cuales creía olvidados en el tiempo y que simplemente volvían a mi trayéndome recuerdos que jamás pude borrar de mi mente, aunque ahora lo sé, la verdad era que no se podían borrar, era mi pasado y el pasado forma parte de nuestra vida y la vida no se borra ni se olvida.
Esa tarde, gris y lluviosa, algo me llevó a querer abrir mi viejo baúl, quizá el licor tuvo algo que ver… ese día no podía dejar de beber, sentía demasiada sed…sed de recuerdos, ansias de querer girar el tiempo, volverlo hacia atrás, cuando esas cartas aún no existían, cuando la juventud temblaba en mi cuerpo y creía que la vida, con sólo nombrarla a ella, me sonreiría para siempre.
¡Qué amarillas y viejas estaban sus cartas!
Sólo perduraba su perfume en ellas y eso me enloquecía, cerraba mis ojos y podía verla,…sentirla entre mis brazos, sentirla viva.
Cosa curiosa, extraña, nunca supe que un aroma perdurara por siempre, como el perfume de sus cartas pero así era, por lo menos yo podía olerlo.
Comencé a leerlas, una por una, desde la primera hasta la última y mis ojos enrojecían por el esfuerzo de la lectura sin usar mis lentes pero… ¿Para qué los necesitaba? ¿Acaso no me las sabía de memoria?
¬¬___Amor mío, no sabes cuánto te extraño, cuento las horas, los minutos y los segundos pensando que al volver estaré nuevamente en tus brazos.
Sé que falta poco, el tratamiento es largo pero junto fuerzas de tu recuerdo que es lo único que me mantiene viva para volver a estar junto a ti.
Escríbeme, esta lejanía es un calvario, te necesito conmigo, no me abandones.
Esta fue la última carta que recibí, luego el silencio, estábamos tan lejos aunque nuestros corazones palpitaban al unísono, cuando el de ella no pudo continuar, en mi locura creía que el mío bastaba para mantenerla viva a mi lado pero… la vida continuó y tuve que resignarme a vivir sin su amor, sin su mirada, sin verme reflejado en sus ojos, sin sus manos que otrora me acariciaban y me llevaban al mismísimo cielo.
Todo había quedado atrás, la soledad se convirtió en mi compañera y ya no se separó de mí jamás.
Continué leyendo y releyendo sus cartas y a pesar de la embriaguez, o quizá debido a ella, la tenía conmigo, la veía bailar como solía hacerlo, sólo para mí y un sudor frío recorría mi cuerpo al, en mi imaginación, sentirla apretando su cuerpo al mío, recorriendo su cintura, sus caderas y sus senos con mis manos, ávidas de amor, de su amor que hacía tantos años había desaparecido.
Tantos recuerdos nublaron mi razón y comencé a buscar algo más que viejas cartas, su ropa, la cual guardaba celosamente en mi viejo baúl para que nadie las viera, sólo yo tenía ese derecho, ella las había usado sólo para mí, entonces entre mi locura y la botella, la vi, allí estaba, hicimos el amor, nos besamos como nunca, nos acariciamos y por un instante volvimos a tener veinte años, estábamos vivos y nos amábamos.
Al día siguiente amanecí en mi cama sin saber cómo había llegado a ella, tampoco encontré rastros de alcohol ni botellas vacías, todo parecía tan normal como de costumbre, tan normal que llegué a pensar que todo no había sido más que un sueño, un hermoso sueño del que jamás hubiera querido despertar pero…
Al llegar la noche, volvía a abrir el viejo y querido baúl y allí estaba ella nuevamente y otra noche de placer y lujuria y mi cuerpo, ahora viejo y cansado, volvía a ser joven y fuerte para poder soportar tanta pasión.
Y así fue pasando el tiempo y noche tras noche volvía a encontrarme con ella y tan reales eran esos encuentros que comencé a confundirme y durante el día me veía, en ratos lúcidos, a pleno sol rodeado de sus cartas y de su ropa.
___Sr., lamento mucho la muerte de su padre, ¿Va a velarlo en su casa o en la funeraria?
___Mire padre… hacía mucho que no veía a mi padre, es más, ni siquiera sabía si vivía o no, usted sabe que abandonó a mi madre cuando ella más lo necesitaba y que yo fui criado en casa de mis tíos, por eso no siento su muerte, pero como buen cristiano voy a darle una sepultura decente, pero no me pida más, no puedo sentir nada por él y creo que además de ser una mala persona, se volvió loco lo encontramos rodeados de cartas que supuestamente mi madre las había escrito pero que en realidad fueron escritas por él mismo y en su locura las guardaba en ese viejo baúl junto a sus botellas de licor.
___No seas tan rencoroso muchacho, la locura nos trastorna a veces y hacemos cosas que más adelante las sufrimos, trata de olvidar el pasado, vive tu presente y trata de aprender de los errores de tu padre.
___Tiene razón padre, el odio y el rencor lo único que nos trae es más odio y más rencor que como una cadena nos aprisiona, voy a tratar de seguir con mi vida y lo primero que haré será quemar ese viejo baúl.
___Creo que tienes razón, hay que dejar marchar a los muertos y creo que quemándolo puede que las almas de tus padres se liberen del pasado y sean felices al fin.
Y en el cielo, las cenizas del viejo baúl parecían formar dos figuras entrelazadas que se elevaban más y más.
Omenia

Texto agregado el 14-01-2016, y leído por 273 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
14-01-2016 Muy bien escrito y magnífica imaginación. 5+ grilo
14-01-2016 Hermoso relato de una tormentosa pasión, abandono, alcohol, locura y la incomprensión de un hijo que no ha entendido nada. elisatab
14-01-2016 un buen cuento. maariadelapaz
 
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