Observó (pero muy de cerca, nada de a larga distancia) toda su vida los mandamientos, jamas sucumbió a los mundanales vicios, era la quinta esencia de la bondad y un buen día se murió….en paz, con la absolución y el absoluto convencimiento de que su destino final no podía ser otro que el mismísimo cielo.
Emprendió el viaje precedido por un ángel guardián (lo que viene siendo la P.M. del ejercito del aire celeste o como más os guste) que le condujo por estrechos pasadizos señalizados con enormes carteles luminosos en los que figuraba en grandes letras la palabra EDÉN.
Cuando llegaron a su destino el ángel desapareció (más que nada porque era un producto de su imaginación) y el hombre justo, aterrizó en medio de una descomunal orgía donde hombres y mujeres amalgamados, daban rienda suelta a sus más bajos instintos, "caranales", y de los otros (lo dejo a vuestro libre albedrío).
El hombre horrorizado, pues en su fuero interno pensó que todos los sacrificios que había realizado durante toda su vida habían sido en vano, se escapó de aquel lugar de perversión recorriendo todos los aposentos colindantes, abrió puerta tras puerta y siempre se encontraba la misma escena o muy parecida, orgías, bacanales, fumaderos de opio, etc, finalmente se refugió en el servicio de caballeros que curiosamente estaba vacío.
Cayó de rodillas (cerciorándose previamente de que no hubiese "sustancias pegajosas") y elevó sus suplicantes ojos al cielo “Dios mió porque me has abandonado?” la respuesta no se hizo esperar, “HIJO MIO, TANTO SACRIFICIO TIENE SU RECOMPENSA, ESTO ES EL CIELO” y el hombre solo pudo responder, “y ahora que hago?, a fuerza de negarme a pecar durante toda mi vida ahora no sé como hacerlo” “PUES APRENDE, SI AL CABO DE TRES DÍA NO TE HAS INTEGRADO...SERAS TRASLADADO AL INFIERNO POR DESOBEDIENCIA”, fue lo último que escuchó.
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