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Poly, Stanley, Toledo… todo buen hogar tiene su nombre. En cinco años, esos tres nombres demuestran la mayor estabilidad alcanzada hasta la fecha. No obstante cuatro ciudades, seis comunidades, siete edificaciones distintas; ocho moradas reclaman que han existido en este tiempo varias más de cuyas llaves nunca jugamos a San Pedro.
A fin de cuentas, ¿de qué material está constituida la noción de estabilidad? Para cualquier funámbulo, fácilmente podría ser una cuerda de metal. Mientras que para algún baby boomer, sigue suponiendo el físico lugar de pertenencia dentro de un mundo en que ahora las anclas se tienden sobre efímeros enlaces virtuales que imperan: “encuéntrame aquí o acá”.
La pluralidad de mi vida me ha devenido significados más bien prácticos: puertas cuyas cerraduras tengo la facultad de cambiar según la necesidad, y sitios donde desempaco, si bien, tan solo temporalmente.
Raíz es un Caribe genéticamente bien difuminado.
Algunas cerraduras viajan junto a unx, nombrando múltiplicidades. Unas retiran a otras, permitiendo una segunda vida, rebautizan un mismo lugar.
Hogar es; son, latidos mayormente intercambiables.
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Texto agregado el 04-01-2016, y leído por 129
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