No existe el éxodo para el espectro de los amantes.
Siempre oculta escombros en bosques de efemérides,
pequeños recuerdos que hilvanan notables batallas
como si fueran círculos concéntricos de goce y placer
que se reviven, en alocada carrera contra el tiempo,
para dar su presente en el labrado de una alcoba.
Allí renacen amores imposibles que con ahínco lubrican
antiguas pasiones que se creían por siempre adormecidas.
La arrogancia del dueño de esos remanentes, se regodea
viendo florecer, en escenas de la intimidad, viejos ardores
que seguirán alimentando una historia de secretos prohibidos.