Queridos Reyes Majos( captatio benevolentiae):
No quiero ni oro ni incienso ni mirra. ¡ Qué extravagancia de regalos inútiles! Tampoco merezco carbón pues fui bueno.
Perder a mi mujer el año pasado no tuvo gracia. Ahora solo veo a mis hijos fines de semana alternos y un día semanal por la tarde. Quizá todo ello me condujo a sufrir una crisis depresiva mayor el año pasado.Toqué fondo, incluso me rondaron ideas de suicidio y gracias al Ludiomil estoy remontando del más profundo de los abismos. Gracias al Orfidal pude paliar las largas noches de insomnio.
Así que sería bueno que me dierais un poco de sosiego. Solo eso os pido: un poco de sosiego envuelto en papel de regalo.
¿Es mucho pedir?
PD. Siempre creí en vosotros a pesar de que las malas lenguas dicen que los Reyes son los padres, quizá por no culpar a mis padres de mi mala suerte en los últimos tiempos.Ahora bien , de no concederme lo que os solicito( en el remite va mi dirección: a ver si la estrella no se vuelve a confundir de destino) dejaré de confiar en la vaina de los tres de Oriente.Probablemente, habladurías de borrachos.