Si el silencio inunda con sus versos indoloros,
se abre la ventana solitaria que da al espinoso vacío.
Surgen días anónimos que nos habitan incansables,
en ellos, poder llorar suele ser un arte que tranquiliza.
Más en ocasiones, es preciso callar toda aflicción,
agonizar un día más la tristeza sin abrazos
y, aún cansados, contentar el corazón en la espera
de vientos de cambios que maduren nuevas etapas.
El tiempo suele ser génesis de gratas sorpresas
y alimenta promesas que mantienen latentes
las ansias vigentes de comenzar de nuevo.
La paciencia siempre permite aguardar la aurora.
Texto agregado el 04-01-2016, y leído por 146
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