¡Acuérdate de mí! Me dijiste aquella mañana de abril al partir y pusiste en mis manos un mechón de tu rubio pelo juvenil y una fotografía que nos tomamos. Acuérdate de mí pronunciaste muy quedo entre sollozos y en mi cobardía te deje ir.
¡Acuérdate de mí! Me escribías en aquella única carta que me enviaste. Lo mismo decía la empuñadura de la daga que en el corazón me clavaste cuando me enteré que te casaste.
Desde entonces en la mayoría de mis sueños te escuchaba decir: ¡Acuérdate de mí! Hasta despertar febril en la eterna soledad en que viví. ¡Acuérdate de mí! Se convirtió en un eco sordo producido por las descarapeladas paredes de este asilo donde me he confinado para morir.
Hasta esta mañana de mi posible ultimo abril en que han traído a una dama para quedarse aquí. Dicen que trae la mente en blanco, vacía de todos sus recuerdos… ¡A esa mujer de inmediato la reconocí! Cuando estuve junto de ella le dije como en amoroso arrullo: ¡Acuérdate de mí!
Levantó su mirada y al mirar mis ojos anegados en llanto intentó sonreír pero su mente voló lejos de allí. Ilusionado coloque entre sus manos aquel mechón de pelo y la fotografía donde aparecía ella junto a mí y entre sollozos le repetí: ¡Acuérdate de mí!
Vio con atención los objetos que le di. Me miró entonces con ojos azorados, me tendió sus brazos y entre balbuceos alcanzó a decir… ¡Sí me acuerdo de ti! Y lloramos abrazados.
Texto agregado el 02-01-2016, y leído por 362
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Lectores Opinan
03-01-2016
Es un bello relato. O cuando menos eso me parece. siemprearena
Hermoso y conmovedor, me ha gustado mucho. Tu narrativa es exquisita, como siempre.
Un abrazo. gsap
03-01-2016
El texto es conmovedor. El recuerdo siempre estuvo en los dos; en el medio estuvieron las circunstancias, no todos poseen la capacidad de doblegar ciertas adversidades queda claro que el llanto final era una petición de perdón. La narrativa, como siempre, excelente. Saludos! TuNorte