PROMESA


Voy a desposarte después de los responsos para partir amorosos tomados de la mano. Al irnos no habrá llanto, despedidas, ni congojas, ni haremos caso de cirios y mortajas, simplemente andaremos con desgano entre sombras que fueron como nosotros tan humanas quienes irán cargadas de sus culpas y nostalgias. No habrá necesidad de recibir los santos óleos para redimir nuestros pecados reales o imaginados, tampoco quimeras de premios celestiales pues lo humano sólo el alma tiene de sagrado.

Será nuestra boda felizmente consumada, como testigos la serpiente mordiéndose la cola y la parca con su guadaña presta a continuar segando los trigales. Así entre la comparsa de viejas plañideras y los cánticos de réquiem entonados por monjes de rostros descarnados ha de ser nuestra boda entre adornos de pompas fúnebres e invitados enlutados.

Habrá luna de miel como dicen se acostumbra, pero esta vez en la soledad tétrica de los mausoleos, en tálamo nupcial de lúgubres adornos entre besos y caricias de ultratumba.

¡Voy a desposarte mi novia tan querida! en la fecha que tenemos ya pactada, oficiará la parca sonriente y enlutada la boda que aplazamos con tu partida. Haré válida aquella promesa que te hice cuando la muerte vino a separarnos, que en honor a lo mucho que te quise ¡sería ella misma quien vendría a casarnos!