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Paul Armand Renoir (El pintor)
Aunque Paul Armand había nacido en los setenta, le hubiera gustado haberlo hecho un siglo antes en el XIX, en pleno esplendor de los pintores impresionistas franceses sus ídolos, sus dioses, sus referencias en el arte de la pintura.
Era tal su amor a esos artistas que su mayor orgullo era apellidarse como su admirado Auguste Renoir y llamarse como el incomparable Paul Cezanne.
Había nacido en un suburbio parisiense en una familia modesta que para nada estaban relacionada ni remotamente con el arte pictórico, su padre era zapatero como lo había sido antes el suyo y su madre trabajaba de dependienta en una tienda de telas, pero los hados del destino son como son y en esta ocasión quisieron que Paul naciera con un amor a la pintura muy por encima de lo lógico, su entusiasmo era tal que solo hablaba de pintura y pintores y se pasaba horas y horas tratando de traspasar a los que le rodeaban, que normalmente eran su familia, las sensaciones que le producían sus admirados héroes, los grandes pintores impresionistas.
“Pero os dais cuenta de la belleza de los jardines que pintaba Monet, de la preciosidad de los paisajes creados por Renoir, del contraste de colores que era capaz de armonizar Cezanne, de la brillantez de las pinturas de Pisarro sobre todo cuando pintaba flores y bosques, de lo realista que podía llegar a ser Manet en sus escenas de la vida corriente o la dulzura que se capta en las blancas sedas con la que Degas adornaba a sus bailarinas” era una de sus conversaciones típicas a la hora de la comida.
Y aunque lamentablemente sus padres no participaban de la sensibilidad que su hijo tenía para la pintura, tampoco le decían nada negativo, sino al contrario y cuando se convencieron que nunca seria zapatero, se esforzaron en que se preparara lo mejor posible en el difícil arte de la pintura y aunque no tenían muchos recurso económicos hicieron todo para que fuera a una conocida Escuela de Artes y Oficios parisina.
Y Paul no les defraudo pues además de ser muy feliz, se esforzó en todas las disciplinas, aprendiendo como un maestro a manejar los efectos de la luz, a controlar los oscuros, a armonizar y contrastar los colores, a conocer las técnicas actuales y antiguas que le permitieran en el futuro ser capaz de volcar todo su sentimiento a través de la pintura, tratando durante esos años en conocer profundamente la profesión a la que quería dedicar su vida.
Cuando se graduó, andaba por la veintena, casi de inmediato tomo, con harto disgusto de sus padres, una decisión que ya llevaba tiempo maquinando, a pesar de que antaño Paris había sido la cuna e inspiración de sus adorados ídolos, estaba seguro de que él no podría desarrollar allí su arte, el cielo era demasiado plomizo la mayoría de las veces, la lluvia apagaba los colores y los matizaba y faltaba casi siempre la luz, esa luz que él había visto dominar a sus maestros y que quería que fuera el reflejo de su obra, necesitaba irse a vivir a un lugar donde brillara el sol y había pensado que lo mejor sería irse a la costa mediterránea y así lo hizo, eligiendo la región levantina, donde había desarrollado su obra otro de sus admirados pintores, Joaquin Sorolla.
También hay que decir, que en su decisión pesaron otras dos cosas, por un lado su nombre y apellido que pensaba serian un pasaporte magnifico para ser aceptado y reconocido prontamente y por otro lado su orgullo de ser francés, él era francés y estaba convencido de que el mundo sabía que un francés no era cualquier cosa.
Así que se traslado de inmediato y se estableció en un pequeño pueblo cercano a Alicante donde comenzó lo que esperaba seria una vida artística llena de éxitos.
Al principio trabajaba solo sin ayudantes y sin taller pues su capacidad económica era bastante limitada y los pocos encargos que recibía no le permitían mucho mas, aunque enseguida su buen hacer empezó a crearle una pequeña reputación en la zona y a tener trabajos más o menos continuados, pero no estaba contento y tenía la sensación de que le faltaba algo, dominaba los blancos, los colores luminosos, que tanto había buscado, los ocres, los amarillos y los pequeños detalles de color con los que completaba sus obras, pero no daba con lo que él consideraba un remate final, algo que le distinguiera de otros y que le permitiera personalizar sus obras.
Y fue entonces, a principio de los ochenta cuando descubrió lo que le faltaba a sus trabajos el gotelé, que gran invento, que aportación más importante y que finalización más exquisita y más personal se conseguía en muros y paredes utilizando el gotelé, y no es que los colores no tuvieran importancia, no ni mucho menos, los colores eran la base, pero amigo, el gotelé resaltaba las finalizaciones, igualaba, rellenaba y disimulaba los defectos era el complemento que le faltaba, al fin había dado con la piedra filosofal, ahora sí que se sentía un artista, dominando rápidamente y como nadie la técnica del gotelé.
Y empezó su remontada, era el pintor de la zona más solicitado, el que mejor sabia dar el gotelé, ¡Que época!, no paraba de pintar pisos, garajes, oficinas, centros oficiales y muchísimos edificios de viviendas nuevas, se hizo con un local y contrato a otros tres pintores de la zona que estuvieron varios años goteleando todas las paredes que se podían gotelear.
Le iba estupendamente hasta que desafortunadamente, llego la crisis de los últimos años y se acabaron las casas de nueva construcción, los encargos de particulares para pintar sus viviendas y lo que para Paul fue peor, la muerte del gotelé, las vacas gordas se habían acabado y aunque aún mantiene el local con su orgulloso nombre PINTURAS RENOIR, ahora vuelve a estar él solo ayudado por un aplicado muchacho marroquí que le ayuda con la escalera, y supervive tratando de conseguir alguna chapuza luchándola con otros competidores que no dominan como él los claro oscuros y los blancos luminosos, pero que van a saco en el precio.

Fernando Mateo
Diciembre 2015

Texto agregado el 31-12-2015, y leído por 137 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
31-12-2015 ¡Cómo me gustó!, no sólo porque pinto cuadros y me siento afín a cada cosa que decís, sino que me encantó la temática tan bien llevada desde esa alma de artista que hace en su trabajo, pequeñas obras de arte. Porque no importa tanto lo que se haga, sino que se realice con solvencia y amor, y ambos, tenía a manos llenas. Bravo! MujerDiosa
 
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