El sonido de las teclas siendo presionadas una tras otra, escribiendo historias de terror. Con las luces apagadas y las cortinas cerradas, en el silencio continuamente interrumpido, la luz de la pantalla del ordenador reflejada en la pared opuesta, se muestra la sombra deformada del autor. El mundo está en paz pero alguien debe seguir escribiendo historias de terror. Con los audífonos puestos la encorvada silueta toma matices grotescos. En su mente no hay lugar para cosas hermosas, de sus dedos solo nacen las peores criaturas; aquel que solo canta historias de terror. Como a la espera que los monstruos lo ataquen tiembla. No puedes dejar de lado el miedo, no puedes, tampoco, vivir con él. La vida se sostiene de historias de terror, aun horribles aunque son reales. El mundo, aun hoy, está creando algunas nefastas historias de terror, pero el autor no las vive. Ya no se distingue si es un cuento o un libro de historia, todo se compone de profundas reflexiones de terror. El encargado de observarlas, las anhelantes crías, las larvas que se volverán cuervos de terror. El escritor agoniza, esta es su historia de terror.