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Inicio / Cuenteros Locales / Arenyndriel / Adiós, Tierra Media (cuarta y última parte)

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Y, bien, aún cuando las probabilidades de vencer a Sauron nunca aparentaron ser meras ilusiones, este nuevo peligro ya fue eliminado completamente gracias a la perseverancia, entereza, valor y fidelidad de tantos seres a los cuáles sería incapaz de nombrar en su totalidad. Estoy convencida de que entre ellos estoy yo, y que mi rol dentro de la aniquilación de dicho Señor Oscuro fue más que trascendente, lo que me llena de satisfacción y alivio…no tanto así de alegría, pues con la destrucción del Anillo único y su Amo, el poder de mi propio Anillo, Nenya, así como el de los Otros, se ha extinguido y jamás se renovará, y todo cuanto haya hecho con él terminará por desaparecer. Mismo destino correremos nosotros, los Elfos, quienes empezaremos a ser olvidados y desplazados por los Hombres en una Nueva Edad y Tierra que será sólo para ellos, y donde ninguna de nuestras hazañas pasadas o presentes poseerá alguna importancia; y languideceremos hasta que de nosotros no queden más que huesos resquebrajados y alguna que otra solitaria memoria que sobreviva en la mente de un Mortal.
Es por tal razón que, ahora, en los albores de la Cuarta Edad, he de abandonar la Tierra Media en la que tantas aventuras y desventuras he vivido y a la que he llegado a amar entrañablemente. Si insisto en quedarme, perderé lo poco que todavía conservo, que son mi fuerza interior y mis recuerdos; y no habrá nadie que se preocupe por recuperarlos una vez que yo me desvaneciera de melancolía en este mundo. Ya no poseo el poder ni a magnificencia de antaño, porque ya no soy ni señora ni reina: soy sencillamente un ser que con resignación debe dejar el lugar que fue su hogar durante largas y agobiantes Edades si desea contar con una esperanza de vida y perdón por sus faltas del pasado. Y el corazón me pesa, confieso sin ninguna vergüenza, porque me despido de mi querida Ernor, y con ella de una buena parte mi familia y existencia; pero guardo en el fondo de mí la reconfortante seguridad de que, una vez de que este barco se aleje de los Puertos Grises y de esta parte de Arda, retornaré por fin a mi también muy amado primer Hogar; y veré de nuevo a mis padres, a mis hermanos y a mi hija…y seré tan inestimablemente feliz, como hacía tanto no lo había sido. Y después de eso, ni yo misma sé que habrá de suceder conmigo.

Texto agregado el 24-12-2015, y leído por 129 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
31-12-2015 La historia termina en este escrito pero continua en nuestra imaginación. Esperemos y siga siendo feliz una vez ya con su familia. Saludos. legendario
26-12-2015 Excelente. Tardé en comentarte porque debí leer las 3 partes anteriores. Además de una buena narrativa, tienes un despliegue de imaginación admirable. Es obvio que te has documentado porque no se puede escribir sin conocimiento del tema los detalles expuestos. Y sí, amiga, tu mensaje claro y contundente: no es el orgullo lo que debe mover al ser humano, sino la convicción de un ideal. Ahí radica la notable diferencia. Un abrazo full y mi respeto. SOFIAMA
25-12-2015 Un texto muy bueno, buena narrativa, amena y un desenlace feliz. Saludos. NINI
 
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