¿A quién le echo la culpa? Si mi madre viviera la escucharía decir: “¿es que lo pendejo no se te va a quitar? ¡En eso saliste a tu padre!”
¿Dónde tendría yo el cerebro para aceptar a este bueno para nada, que ronca peor que cerdo? ¡Ah!, pero hace dos años, allí estoy de bruta sintiendo mariposas en la barriga. Tan bien que estaba antes de conocerlo. Si comía bien, si no también. Si quería irme a bailar no tenía que pedirle permiso a nadie, pero llegó este cabrón a calentarme la cabeza y de estúpida que me caso. Ahora tengo que lavar, planchar, hacer de comer, aparte de la joda que te pones en la fábrica; y en la noche, quieras o no, si el marrano tiene ganas, tengo que abrir las piernas y cerrar los ojos. ¡Ah… pero eso no es todo! Aparte de soportarlo a él, también tengo que soportar a sus amigos. Me dice: “mi amor tráenos otra cerveza y, más botana para picar”. Después de que terminan briagos y a traspiés, se van. Luego, hay que limpiar sus porquerías y poner todo en orden. ¡Escuchen como ronca! Ni la vida le corre al desgraciado. ¡Cómo él no tiene que levantarse temprano! Pero, ¿a quién madres le echo la culpa? Si mi madre viviera, tendría que darle la razón ¡Nunca se me va a quitar lo pendeja!
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