Hay recuerdos que se atesoran por siempre, generalmente representan momentos alegres de nuestra vida, yo tengo varios de esos. Sin embargo, hay otros recuerdos que, si bien nos provocan una que otra lágrima, también nos evocan verdadera felicidad, esos son muy pocos, pero muy representativos. Hoy les voy a relatar al menos dos de los que yo he vivido.
***
“Hace muchos, muchos años…”, como dicen en los cuentos, hubo una hermosa mujer que en una navidad, a mis hermanos y a mí, nos trajo regalos, fueron los juguetes más espectaculares y curiosamente los que más deseábamos tener. El gesto fue hermoso pero, como siempre, detrás de él había una historia que en algún momento le fue contada a mi Madre.
“Momoca”, como así le decíamos de cariño, era una mujer joven, alta y trigueña; de esas mujeres, recuerdo, que paraba en tránsito. Ella tenía un carácter duro pero también, como se dice, “un corazón de plata”. A ella la navidad no le gustaba, pues le traía muy malos recuerdos, ya que fue en una fecha igual en la que su padre le pidió el divorcio a su madre, y a ella, por mal recuerdo, tan solo le dejó una muñeca en despedida. [La memoria de los niños es indeleble]
Así que a modo de compensación, buscó la felicidad en los ojos de otros, que como en mi caso, ha sido eterna al recordar ese regalo de navidad.
***
Hace… algunas horas, uno de esos Ebenezer Scrooge de nuestros tiempos me regaló uno de esos momentos de felicidad de los que les hablo.
Este personaje, mezcla de Scrooge y Jack (de Tim Burton) es mi querido amigo “El Ilustre”, quien hace unos días me llamó para preguntarme que iba a cenar de navidad, a lo que yo contesté que algo austero, por aquello que en nuestros días le damos por llamar: “exceso” de presupuesto; al oír esto, con un leguaje un tanto cuanto florido, como es su estilo, me dijo:
- ¡Ah! y ¿Por qué anda dando mi domicilio?
- ¡Qué! - Respondí yo – Ahora ¿qué rompí?
- ¡…Pues yo no sé, vinieron y me dejaron un paquete para usted y ahora viene por él! - me dijo.
Yo tartamudeé, hasta que medio entendí la broma, ¡porque pensé que era una broma! Total, quedamos de vernos para que me hiciera entrega del “paquete”. Cuál sería mi sorpresa al ver que en la caja que me entregó, junto con una nota, había todo para una cena de navidad. Para cuando quise decir algo, “El Ilustre” ya estaba recitandome una letanía, muy “scroogechesca”, de lo nefastas que le resultaban estas fechas. [Todos tenemos un pasado]
Cómo es él, rezongó y me vociferó algo así como que tenía prohibido agradecerle en cualquier forma posible, yo ni siquiera pude decir algo, simplemente le di un fuerte abrazo, y me despedí de él con un nudo en la garganta.
***
Esos, queridos amigos, han sido dos de los momentos de felicidad que tengo de entre los recuerdos que más atesoro. Es curioso, en ambos casos la felicidad me la trajeron dos discípulos de Scrooge.
A ellos y a aquellos, todo mi Amor.
Para: MDE, MAAG, MOVR, LFC, RZF, FRM y a toda mi Corte Terrenal.
Ailed Zull Zayhev.©
|