-Oye- le dijo Natalia a Camila en susurros-, hay un chico que nos está viendo.
-¿Qué, desde dónde?
-Desde los casilleros.
Camila volteó a mirar a ese lugar. Efectivamente un chico las miraba, pero dejó de hacerlo cuando Camila lo vio. Camila volvió a ver a su amiga y se rieron entre dientes.
-¿A quién crees que ve? –le preguntó Camila a Natalia.
-Pues a ti.
-¿A mí?
-Si a ti.
-¿Por qué dices eso?
-Porque si no te viera a ti no habría dejado de vernos cuando lo volviste a ver.
-Oh cielos –dijo Camila llevando sus manos a su cara-, ¿y ahora que hago?
-Vuélvelo a mirar y salúdalo con la mano.
-De acuerdo.
Camila se volteó para mirarlo de nuevo. El chico la miraba otra vez y, antes de que él apartara la mirada, lo saludó con la mano lanzándole una sonrisa. El le respondió de la misma manera. Camila volvió a ver a Natalia y se rieron entre dientes. Natalia lo miró. Ahora el chico venía hacia donde estaban ellas.
-¡Ahí viene! –le dijo Natalia a Camila entre susurros.
-¡Oh cielos, Oh cielos!
-Será mejor que me vaya, no los quiero interrumpir –Natalia le guiñó el ojo a Camila-. ¡Suerte!
Natalia se fue en la dirección contraria. Camila cerró sus ojos.
-Ok –dijo en su mente mientras respiraba profundamente-, tu puedes hacerlo, tu puedes.
Camila abrió sus ojos y se volteó. Un chico de cabello café piel blanca y ojos claros estaba enfrente sonriéndole.
-Hola –dijo el chico.
-Hola –le respondió Camila.
-¿Tu eres la chica del caso del maestro Lennon?
-Si… -Camila se puso seria.
-Vaya, así que eres tú. Sabes algo, te admiro mucho –Camila se sorprendió.
-¿Admirarme, por qué?
-Por haberlo denunciado. Eso fue muy valiente.
-No es para tanto. Tú también hubieras hecho lo mismo en mi lugar.
-Si… no lo creo.
-¿Por qué?
El chico suspiró.
-Porque yo no lo hice hace dos años.
Camila estaba pasmada, sin palabras. El lo comprendió y siguió hablando.
-Estaba en noveno grado. Mi maestra no paraba de decirme cosas y de tocarme. Yo trataba de ponerme firme y de darme a respetar… pero un día me llamó a su salón. Iba de lo más calmadamente posible, sin saber lo que me esperaría. Al entrar, me sujetó de los brazos y me puso cinta en la boca. Me bajó los pantalones y… bueno, abusó sexualmente de mí.
Al chico le salieron unas cuantas lágrimas de sus ojos. Camila se sentía algo incómoda.
-Lo siento- dijo un poco insegura.
-Creí que nunca lo iba a superar –dijo el chico limpiándose las lágrimas con su mano-, ya había pasado un año y traté varas veces de suicidarme porque ya no tenía ganas de seguir viviendo. Pero un día me enteré de tu caso. Me decepcionó que hayan dejado libre al maestro Lennon, pero me impresionó más el valor que tuviste para denunciarlo y enfrentarte a él. Me diste fuerza para superar mi problema.
-“Si ella pudo enfrentar su problema –pensé-, yo también puedo.
Así que se lo conté a mis padres. Ellos a principio se impactaron mucho, pero poco a poco comenzaron a entenderme y me dieron aliento.
-¿Y no trataste de denunciar a tu maestra de noveno grado?
-Tratamos de hacerlo, pero ella se pasó a otra escuela en un lugar muy retirado. Así que simplemente me propuse olvidarla a ella y al suceso.
-Vaya, te felicito.
-Gracias… y… -el chico se puso un poco nervioso-, este… ¿me podrías decir tu nombre?
-Camila.
-¿Camila? Es un bonito nombre.
-Gracias –Camila se sonrojó un poco.
-Yo me llamo Bruno.
Sonó el timbre.
-Bueno, me voy a clases.
-Adiós.
-Oye, espera, ¿almorzamos juntos?
-Seguro.
-Excelente, te veo en el almuerzo Camila.
Camila y Bruno se separaron y siguieron cada uno por su propio camino hacia sus respectivas clases. Camila estaba muy feliz porque ya había superado ese feo, horrible, doloroso, humillante y espantoso capítulo de su vida. Y, ahora, tenía un nuevo comienzo.

FIN