Igualdad es un concepto complicado. En primera instancia parece una idea simple, fácil… hasta que te acercas suficiente. A la igualdad le sucede lo que a la sal — es un alimento, si está entre alimentos. Y aún entre alimentos, la apreciamos por su acción con el paladar y las costumbres… no por su rol en el proceso digestivo.
Nadie duda que la desigualdad social sea la madre de todas las injusticias sociales. Pues la desigualdad social se refiere a la desigualdad de oportunidades sociales de los individuos. No se refiere a la desigualdad entre individuos. La desigualdad entre individuos, define la identidad individual. Y lo que nos atrae, nos une, son las diferencias. Diferencia es señal de movimiento, cambio, vida. No quiero agobiar con un montón de lógica kafkiana, pero ser desiguales es lo que tenemos en común… es lo que nos hace iguales. O más preciso: nos une lo que tenemos en común, las igualdades, pero lo que más apreciamos son las desigualdades.
A los informáticos y matemáticos no les va más fácil con la igualdad, de hecho, los programadores han tenido que inventar dos operadores diferentes para manejar el concepto de igualdad — un operador lógico para determinar si dos valores son iguales o no… sin cambiarlos; y un operador asignación, el cual impone la igualdad en el valor de dos variables… destruyendo uno de ellos. Esa es la cara injusta de la igualdad: sólo somos iguales si se destruye el valor de alguien.
Esa “injusticia en la igualdad” o igualdad por asignación, es un problema social persistente en los sistemas socialistas. Por su parte, los sistemas sociales democráticos — o que pasan por tales—, en teoría, la mayoría impone una dictadura sobre la minoría.
Como quiera que sea… la justicia social tiene relación directa con las oportunidades sociales. La justicia tiene una relación tormentosa con la igualdad. Por eso… cuando protegemos a las minorías — cuando discernimos, defendemos y respetamos sus derechos —, estamos protegiendo y defendiendo la salud de la dinámica social, su movimiento… su justicia en la igualdad. Pues “diferencia” ya no es más “diferente.”
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