Un amargo hedor a desolación pulula por los pasillos de mi hogar, infesto de mentiras y engaños.
Me arrodillo ante tu majestuosa y misericordiosa presencia, ruego que me perdones, jamás fue mí intención causar daño a los seres amados.
Tan sólo fue una serie de trágicos acontecimientos. Con la cabeza gacha y el rostro arrasado en lágrimas suplico tu perdón. Por lo qué más quieras absuelve mis pecados.
Texto agregado el 19-12-2015, y leído por 306
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No estaría mal que otro expiase nuestros pecados...pero esto no va así, cada uno expía los suyos y Dios los de todos (según la religión católica) para ello envió a su hijo. elisatab
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