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en mi vida tuve varios amores, algunos cortos y otros más largos, algunos buenos y otros desastrosos, algunos con futuro y otros inmaduros, pero al final son todos amores, siempre detesté la idea de la gente que cree que algunas relaciones pueden catalogarse como "amorosas" y otras de "querer", como si existiera algún criterio científico cuantitativo para determinar que puede ser amor y que cosa no. todo puede ser amor, el amor no está limitado por ninguna cadena, es esa misma característica lo que convierte al amor en algo tan inestable y que puede tener una capacidad tanto destructiva como constructiva, todo depende del lugar de la vereda en el que estés parado. ¿quienes somos nosotros para decir que lo que siente un niño pequeño por su compañera de curso no es amor?, ¿quienes somos nosotros para decir que lo que siente un esposo violento y alcohólico por su esposa, a pesar de todo, no es amor?, ¿quienes somos nosotros para decir que lo que siente un revolucionario por sus ideales no es amor?, a final de cuentas el amor no está limitado intrínsecamente por una moralidad, porque, como dijo un señor mucho más viejo que cualquiera de nosotros, y el que pueda recordarlo que lo recuerde: "el amor va más allá del bien y del mal"


I
mujer eres cuando hablas


me gustas cuando gritas porque estás revolucionada
y te oyes a mi lado y mi voz no te calla.
Parece que los ojos se te hubieran encendido
y parece que una consigna saliera de tu boca.

Como todas las cosas necesitan de justicia
emerges de las voces buscando la que no había.
guerrera idealista, no pareces dominada,
y te pareces a la palabra libertaria vida mía.

Me gustas cuando gritas y estás como presente
Y estás como carente de voces en silencio,
Y te oyes a mi lado y mi voz no te domina,
déjame que me una a tu voz, a tu polemio.

Déjame que me indigne también con tu polemio,
fuerte como una llama, complejo como un mecanismo.
Eres como la cascada, hermosa y no acallada,
Tu consigna es de llama, encendida, no es sencillo.

Me gustas cuando gritas porque estás revolucionada,
cercana y hermosa porque te has liberado.
una batalla entonces, una consigna bastan
Y estoy alegre, alegre de un futuro cercano.


los próximos tres van para Nicollet...

II
Lady Smurf


a la mierda tu indiferencia,
me tienes colmada la paciencia,
estoy chato de tus apariencias
y también de lo que representas.
a la mierda tu indiferencia,
me tienes aburrido más que la cresta,
si yo no dejara la violencia
te pegaría con la corneta.
a la mierda tu indiferencia,
me tienes aquí como las hueas
babeando por una respuesta
que al final nunca me llega.
a la mierda tu indiferencia,
ala mierda tu sola presencia
y que importa al final toda esta cresta
si tu logras que yo me arrepienta.

a si que solo una cosa me queda
por decirte a si que quédate quieta:

a la mierda tu indiferencia
porque tengo luca pa' la cerveza.


III
La presencia de tus ojos


tu me has acuchillado la espalda,
el dolor me invade y baja por mis venas.
tu estás haciendo que mi corazón arda
y su ira viaja destruyendo mi conciencia.

solo por ti mi espalda se abre en dos
entre lo bueno y lo enfermo que mi corazón recitó
y sangro como bestia, sangro lo que nadie mató,
sangro lo que tu mano de muerte atravesó.

sangro un río de flores azahar y rosas,
sangro la vida que se acumuló en una poza,
sangro la muerte que emanó de una mariposa,
sangro mi pasado, advenimiento de la historia.

de mis huesos brota el cáncer
que un sufrimiento ocultó,
en mis ojos veo la carne
que una vida entera me entregó.

pero tu con tu mano la rompes con pasión,
pero tu con tu amor la quemas sin dolor,
pero tu con tu lengua recitas lo que no nadie presintió,
pero tu con tus ojos revelas lo que no se recibió.

el ya no existe más
pues se ha ido por la llaga,
el ya no yace al sol
pues se ha escondido de la nada.

ahora soy lo que la noche desechó,
soy la muerte, soy la vida, soy humano,
pero no soy mi vida pues no la di yo
y menos mi muerte que a mi vida he cargado.

este no es más que un ritual sangriento
nacido del dolor,
esto es solo un sacrificio humano
venido sin razón.

es el beso antropológico que destruye el corazón,
es un castigo dado para vivir sin compasión,
es la tortura hecha por un ángel que asesinó,
es la mismísima crueldad de ojos sin color.

pero yo soy masoquista
y disfruto de este dolor,
me baño en el rojo que agoniza,
en el cariño que me mató.

a cada instante,
a cada segundo,
a cada vivencia,
a cada visión.

no hay mejor en este mundo
que sufrir de este dolor,
pues no importa el dolor mudo
si no quién lo causó.

moriría mil veces si lloro
solo por este dolor,
de espalda rota, quemada al rojo,
para vivir en el oscuro de tus ojos,

sobre todo si ese dolor
me lo causas con tu presencia,
pues no habrá menor dolor
que perecer en tu ausencia,

y el sin dolor de tu ausencia
se transforma en la peor equivivencia
y en la peor vida nacida a violencia
y muerta en el vacío entre las estrellas.

solo quémame de una vez,
solo quémame con tu luz,
deja sentir el dolor y calidez
de una muerte dada a buen augur.

solo eso basta,
solo eso falta,
solo eso necesito,
solo eso pido:

una gota de tu presencia,
un alejamiento de tu ausencia.


IV
Incertidumbre


la incertidumbre es lo que rige,
Nietzsche se ha equivocado,
quizás la sensación lo que persigue,
quizás es el objeto observado,
mas estas cosas no me importen
porque nada es igualado
a la sensación que te destruye:

la sensación de incertidumbre.

el masoquismo que te carcome,
el sadismo que te consume,
el objeto que tu persigues
a pesar de que no funcione.

Darwin estaría orgulloso:

la destrucción del no adaptado
no se da por violencia física,
en el violento ser humano
se da por metafísica.
la incertidumbre con que te cortaron
al perseguir lo que no veías.

Platón diría "se los dije":

estás encerrado en una cueva
y no ves lo que está afuera,
no ves lo que tu quieras,
solo persigues lo que tu esperas,
¿pero que pasará cuando lo veas?,
¿estarás contento con lo que veas?.

sinceramente espero que así sea


para alguien...

V
Retrato Desnuda


pocas son las palabras que puedo encontrar,
pocos son los sentimientos que puedo nombrar
ante semejante flor de cerezo en esplendor,
asesina y destructora de mi mente en soledad.

tus armas son pocas pero de las peores,
tus aromas y sabores, tus sentidos y colores
solo muestran de tu naturaleza la identidad
despiadada como ella sola, no escatima compasiones.

ese resplandor que entró por mi ventana
se ha rendido ante el pétalo abierto en plena gracia,
acaricia tus pistilos y desciende por la miel
rozando lo divino y lo abstracto con su magia.

flor que no caerá nunca del cerezo,
reta lo real y lo existente con un beso,
una mirada entonces que en su curva descansa
y caeré en el descenso de un sentimiento eterno,

una respuesta entonces que mi atención atrapa
y quedaré atrapado en el opio del que nada es más pleno.


los próximos dos van para Natalia...

VI
Descomposición Estomacal


¡Mierda!, ¡me duele el estómago!, ¡quiero vomitar!, ¡tengo unos retorcijones de los mil demonios!, siento como si hubiera tomado mucho alcohol pero no es solo eso, este dolor se me va a la cabeza y me confundo, estoy mareado, lo más estúpido de todo es que siento como si estuviera drogado, ¡si!, ¡me siento drogado como por anfetaminas!. ¡ay por la mierda que me duele!, y se burlan de mi porque cuando camino con este dolor me parezco a una niña feliz saltando por el campo, siento gusanos en mi estómago, y mi corazón… ¡me arde!, ¡se me acelera y siento que me voy a morir!. ¡Me duele el estómago!, ¡se me agita el corazón!, ¡estoy medio estúpido!, ¡agh por la mierda!, ¡es por esto que odio caer en el amor!


VII
Es Justo Acaso?


Mírate… ¡mírate pos!... ¡mira esos ojos!, ¡¿tú crees que es muy justo que me mires de esa manera con esos ojos marrón que tienes?!, ¡¿tú crees que es muy justo abrirse con otra persona y que esa persona te examine el alma acaso?! , ¡no!, ¡no lo es!, no es justo que uno sufra, no es justo que el otro ría a cuestas de ti, no es justo que tenga que verte... ver... ver eso... ver eso que me asfixia, no es justo tener que quererte, ¿lo entiendes?, ¿tener que quererte?, no, no es justo, no es justo que me quemes con tu mirada… lamentablemente no puedo hacer nada, no soy fuerte, no puedo pelear, me resigno a tener que vivir viéndote, es lo único que me queda, mírame para toda la eternidad con esos ojos marrones que tienes si quieres… como si pudiera hacer algo en contra…


VIII
Retrato en un Café


Desde el este llega un viento furioso, desde oriente avanza por sobre todo arrasando con las lágrimas del cielo un soplo del dios Eolo, un soplo de vida que sacude los árboles y sus flores que se desmiembran con delicadeza flotando en la brisa, una gota y una risa, un sollozo y una voz que marchita al pétalo y al botón del cerezo, y el pétalo cae con estruendo que produce emociones en el charco del adoquín, reventado en el acto por aquella dama que camina desnuda de atención, y sin embargo tan repleta de miradas a su alrededor, miradas que desnudan sin precaución, miradas furtivas que preguntan “¿será otra flor caída de aquél cerezo?”, pues no lo es, solo está perdida, ha venido del este en el viento furioso, ha venido desde oriente arrasando con las lágrimas que ha llorado el dios Eolo, y el aroma a café no tiene compasión en el ambiente, aroma venido de la cafetería de al lado cuya bohemia no evita soberbias, cuya bohemia no promete humildades, cuya bohemia no protege a aquél hombre que mira al botón rosa con el que se viste la mujer del paraguas gris, “¿quién será ese demonio que ha venido a atormentar a esta sufrida sociedad?, ¿será que Satanás se ha hartado de sus antiguos trucos y ahora pretende destruirnos de esta forma?”, preguntas acertadas pues la flor danza en la lluvia sin reparos, pues la vida se le va en un solo respiro sin engaños, y la vida se nos va al cerezo observarlo, cerezo en plena flor, cerezo de primavera en pleno otoño, cerezo de facciones que no escatiman en simplificaciones, y de miradas que provocan al sacerdote más devoto y al más humilde de aquellos hombres incoloros, que sentado en el café mira con ojos perplejos un solo cuadro de belleza de los artistas más soberbios: una flor que no marchita desafiando a la naturaleza que a todos asesina… menos a ella.
Dentro de un cuadro de otoño una flor de primavera, y un viento del este que a su bohemia ha llevado un botón rosa del cerezo directo a su café.


para Kimberly...

IX
Ojos Claros


ojos claros,
ojos manchados
ojos soleados,
ojos que miran...

unos labios que muerden sin abrirse,
que adolescen el espacio sin sangrarse,
y me caigo en el vacío que tu abriste,
me desangro en los suspiros y en verdades falaces.

verdades de mentira sin razón más que el brillo
del dorado de un sol de centro oscuro y un profundo,
muy profundo miedo que rodea pálida piel y su sigilo.
muero lentamente helándome en la nieve y soles oscuros.

desciendo en ríos negros que me llevan más allá,
más allá de muertes blancas entre curvas ahí talladas,
y no me alejo lo suficiente para morir justo acá,
mordido en el silencio de tus labios que no han de hablar.

ojos claros,
ojos manchados,
ojos soleados,
ojos que miran
el profundo de mi espíritu sin moverse de su sitio
congelándome en el acto y quedándome sin un respiro.

intento no ahogarme pero perezco en el intento.

he muerto una vez más perdido en el blanco
de tus nieves, ríos negros y llameantes soles claros.
he muerto una vez más en la trampa de un retazo
creado por maldad... de otra forma no me explico este mal paso.


los dos siguientes van para Carolina...

X
Dentata


Balas veloces cruzan los vientos.
¡Carne, fuego, sangre, gritos!,
Y los caballos relinchan al horizonte
De guerra en el que me he perdido
En las puertas de color bajo tus cejas,
Aquellas de color negro que me abrazan cuando tú hacia mí las cierras,
Esa mirada destructora a la que caigo totalmente rendido.
¡súcubo!, ¡demonio!, ¡asesina!, ¡dentata!,
Ante todo mujer, ante todo guerra, ante todo fusil,
Ante todo despiadada enamorada y desconsiderada,
Individualista, egoísta y agazapada en tiernos trajes de piel blanca.
No soy lo suficientemente fuerte,
no soy lo suficientemente resistente,
no estoy lo suficientemente preparado
para defenderme de aquellos disparos desatados
desde esa puerta bajo un lunar en un rostro tan malvado
como las espinas de una rosa que ataca luego de una promesa a la que después ha faltado,
¡demonio de labios pintados!, ¡demonio de rizos soleados!,
En el charco de barro pido me salve tu misericordia,
Pido me salve tu concordia,
Pido me salve dios en su condolencia,
¡dios sálvame!, ¡dios que no me alcance!,
¡dios que no me atrape en sus manos porque entonces para siempre caeré!,
Y pereciendo en sus cariños muero cobardemente,
Soldado en retirada que huye sin ser noblemente
Un mártir de guerra que más que héroe potente
es solo un desertor sin más que valía inerte,
muerto en los pétalos de una flor,
muerto en las manos de una mujer,
muerto en los cabellos de lo que en su momento fue un ángel
y finalmente no es más que un pozo de perdición,
y si dios existe que me salve él en su gracia
porque aquí yo fallezco eterno en toda mi desgracia
de encontrarme frente a este daimón tan cruel como bello,
tan hermoso como siniestro,
y para mala suerte mía
tan mujer como he temido en mis sueños.


XI
Catarsis


¡Por la mierda!, ¡no me puede ocurrir esto denuevo! El dolor de estómago no da para más, ya no lo soporto, solo pensar en mis dolores, tan solo pensar en aquella efeméride de aquél solo instante que a mi cordura mató me hace retorcer agonizante, vacilante en mis pensamientos, dudativo de mis realidades, enfermo… ¡mil veces enfermo y repugnante sobre mi mismo! Repugnante y malditamente perdido, envenenado por la serpiente, engendro, traicionera, cruel, destructora y en muchos tiempos asesina… mi cordura se va al carajo… y por los demonios que lo siento directo en mis entrañas como un calambre que envuelve mi estómago en si mismo directo a mi cabeza y me dice al oído “no me puedo contener”, y me intento contener, ¡pero esa mierda no resulta si la efeméride retorna interminablemente al pensamiento que la origina!... me fui al carajo, me fui reverendamente al carajo, nuevamente, una vez más, he cometido este pecado en el que siempre quiero caer pero luego me arrepiento porque el mismo me repugna, lo peor es que soy imbécil y del mismo no vacilo pues me repugno a mi mismo con emociones y alegrías que mi vida distorsionan hasta decir la frase prohibida que rara vez de mi brota, la frase que me condena y que me disminuye como a un gusano, como una cucaracha, como una alimaña sin orgullo ni resistencia que me sustente de alguna forma ante semejante muerte, catarsis, parásito imaginario, enfermedad maldita, puta babilónica, carente de todo honor de héroe potente y disminuido en su propio dolor: he caído una vez más en las oscuras y siniestras, dolorosas, asquerosas e infinitamente humanas profundidades del amor… ¡por la mierda!.


las dos siguientes para soledad...

XII
La Última Canción Para El Sol


El día de ayer caminé por una esquina negra, lo suficientemente oscura para que no hubiera nadie, lo suficientemente central para que hubiera solo un ente vacilante, y en la mitad de la noche solo hacía falta una persona y nadie más. Me preguntó qué era lo que quería, yo le pregunté cuanto me costaría, ella me preguntó cuánto yo querría y yo pedí solo una cosa: “¿puedo llamarte por su nombre?”, y me dijo que no. Me desilusionó bastante pero era lo que había, en la oscuridad de la noche no había mucho más que pedir. El único placer que pude satisfacer fue el de no abrirle la puerta a Orfeo por mucho que tocara como todas las noches, estaba demasiado ocupado con la visita cobrada para poder abrirle. Fue una buena visita, solo buena, no fue más, y yo quería más, pero no pude tener más porque para haberlo tenido me faltaba demasiado, me faltaba más que un ser humano, me faltaba una persona, y si quizás hubiera intentado engañarme ¿lo hubiera logrado?, no perdía nada con intentarlo, solo quería intentar engañarme por una noche más y recordar la última canción que le dediqué al sol de mis días.


XIII
Ataque de Pánico


Dolor de vientre,
dolor de pecho,
dolor de cabeza,
dolor de sentimientos.
Me retuerzo como un gusano
enroscándome sobre mí mismo
esperando que la próxima bofetada
no me duela tanto.
¿Me habré vuelto demasiado humilde acaso?,
¿Me habré vuelto demasiado asqueroso acaso?.
Me brotan parásitos,
Me brotan espasmos,
Me brota la humanidad podrida
de mis pasiones sin encanto,
de mis deseos de abrazarte y de besarte
ante mi hora de muerte,
sin embargo sufro solo pues no me queda de otra,
muerto abandonado, encapsulado e insensible
con un último recuerdo tuyo
al final de un ataque de pánico.


XIV
Enajenación


¡Muéranse hijos de puta!,
¡los odio a todos!,
¡por qué no se mueren de una puta vez!,
¡hijos de la puta que los parió!,
¡maricones de mierda!,
¡conchas de su madre!,
¡si culiao, a ti te hablo que lees!,
¡te quiero matar!,
¡te voy a matar hijo de perra!,
¡maraco hijo de la remil-puta!,
te quiero ver muerto maldito hijo de perra,
te quiero ver muerto conchetumadre,
te voy a encontrar y de voy a hacer pedazos,
¿sabes por qué?
¡porque se me da la gana maricón de mierda!,
por eso te voy a matar,
porque quiero.

muere de una puta vez y déjame sufrir solo.


XV
Veo Veo


-¿Que ves?-
dos pozos negros bajo un bosque alado,
sobre ellos un nubarrón oscuro que baja
como río sobre la montaña.
-¿y bajo los pozos?-
una curva y bajo ella dos montes rojos,
me hundo entre ellos y bebo de su arrollo,
agua dulce para mi y no necesito nada más.
-¿nada más necesitas?
quizás un poco más pero peco de ambicioso
cuando bajo aún más besando la tierra
que algún día en otros lares me crió.
-¿no es la misma tierra?
no, de la otra yo nací, esta espero conquistarla
a través de sudor, sangre y fuego,
como español en el nuevo mundo.
-¿y que te detiene?
tu mirada.


los siguientes cuatro están por sobre todos... para Ella...

XVI
como imán


En el momento en que tu ropa cayó al piso supe que todo iba mal. Besé esos labios rojos con los que marcas tu territorio todos los días, me saqué la casaca y la dejé a un lado, sentí el olor perfumado de tu pelo y en ese momento te desnudé. Nos arrojamos en la cama y te besé; te besé por donde pude, te besé los labios y te acaricié hasta sentir tu espíritu y suspiré en él. Volví a ti a besarte y te tomé de las manos, esas manos que me acarician cada día hasta hacerme dormir pues en ellas caigo en paz, herido como soldado en batalla quedando dormido, entonces nuestros espíritus conversaron, abrazaron, bailaron, conmovieron y lloraron juntos, también reían cuanto podían. Ecléctica forma de proceder que me volvió loco a instantes y caí en medio de la pradera para regocijarme entre matorrales, encrucijadas, badenes y cerros. Ahí dormí un tiempo y desperté mirando al vacío de dos estrellas que brillaban en la oscuridad quedando perplejo: no sabía que decir, entre tanta torpeza, tanto inconveniente que solo tú acordarás, estaba seguro de dos cosas: primero te dije “soy tonto”, pero no soy tonto, soy torpe porque no se lidiar contigo, desde principio no lo supe cuando reaccionaste con pasión inicial, más vale no fugaz sino perdurable, y yo soñaba con tal pasión porque mi pasión de niño fue así, pero el cinismo humanitario me hizo adaptarme a la hipocresía de otros que en verdad nunca agradaron; segundo te dije “te quiero”, porque, como en otro momento te dije, te quiero besar, te quiero abrazar, te quiero hacer el amor, te quiero tan tú que me atraigas magnéticamente hacia ti, como el pequeño imán al pesado metal, queriendo hacerse uno pero sin lograrlo más que juntarse a matarse en una sola noche el uno al otro… de dos cosas estaba seguro. Y luego te quise, te quise más aún cuando te vi volar y yo en tierra no hacía nada más que reposar. Como cielo y tierra nada más. Y el cielo bajó en forma de arrebol sobre mi cabeza, arrebol ondulado y rojizo acariciándome el rostro y yo besando sus estrellas, yo besé sus cometas y otros astros hasta que el cielo se rindió y cayó nuevamente. Fueron muchos finales, cada uno mejor que el otro y yo hice lo mejor que pude para que ocurrieran. Al final vino la lluvia y juntos miramos arriba, reímos, nos abrazamos, nos besamos, nos vestimos, nos tomamos de la mano y caminamos a la normalidad, la cual nunca volvería a ser normal.
En el momento en que tu ropa cayó al piso supe que todo iba mal porque no podía estar más preso de tus caricias, que como imán atrayendo al metal, espero que me lleven a tu cuerpo en el cual quedar atrapado para siempre.


XVII
Picaflor


Aquí en el desierto la soledad se deja sentir, no me acompaña más que la arena y la luz del sol, de vez en cuando se aparece una persona y a veces caminando junto a mí. Caminan como si hubiera más gente alrededor, caminan como si esquivaran autos, cruzaran calles, esperaran semáforos en rojo y no sé qué es lo que ven, quizás la ilusión de un mundo que no es suyo.
Un día se me presentó un picaflor a mitad del recorrido de esa tarde, debía ir de duna a duna y el ave me acompañó. No era como otro picaflor que recordara pues tenía plumaje rojo en su cabeza y pálido en el resto. Yo le hable de aventuras y de algunas desventuras, le hablé de magia y la engañé con algunos trucos, con mis manos realicé encantos y produje un destello que sus pupilas iluminaron y hablamos también al respecto, pero ella me cambió el tema y como ave picaflor me habló de amor, tanto por flores como por paisajes y alguna que otra persona. Impensablemente le seguí la corriente y le pedí me dejara conocerla en su vuelo pero pudiera volar yo junto a ella. – Agáchate hasta ver tu mirada – le dije yo, - ¿y cómo haré eso? – El ave me respondió – Camina junto a mis pisadas –. Y sin pisar mis pisadas caminó junto a mí.
La soledad del desierto se hace más entretenida cuando hay alguien con quien apreciarla, sin dejar por supuesto de recorrer el camino que desde el principio decidí. En algún momento me cansé y me tiré a descansar y el ave picaflor me ofreció cargar conmigo. Orgulloso me resistí pero la posibilidad de seguir avanzando me convenció. Primero subí por sus piernas, agotado por el trayecto descansé en sus caderas y escalé hasta el ombligo. Luego subí más allá de un estrecho y me senté en los hombros. El viento de las lejanas montañas refrescaba mi mente hasta que llegamos al mar y el viento marino amenazó con botarme, y no cayéndome me afirmé de sus cabellos que me daban sombra para protegerme del calor del sol. Los viejos se burlan siempre por vivir ahora en las sombras de esos cabellos – ¿cómo planeas ver si no te acercas a la luz? – pues desde la oscuridad se ve mejor porque la luz me deja ciego. Ellos – “los encandilados” – no ven bien ni sus propias dunas y avanzan a tropezones, yo desde las sombras veo lo que hay en la luz y el sol no me ilumina con sus artimañas y pretensiones para dejarme ciego. Ellos me dicen luego - ¡el sol ya no te dará su calor!, ¿Qué pasará cuando tengas frío? – entonces yo sonrío hacia arriba miro hacia el frente y respondo alegremente – bueno, cuando tenga frío haré fuego en el vientre que me lleva siempre cuando cae la noche con la madera que llevo en mi espíritu – así ellos callan y yo prosigo en mi vigilia a vuelo de hombros.
La soledad del desierto siempre sigue siendo soledad y es solo mía y de nadie más, que no me engañe el picaflor, pero hay que admitir que cuando el picaflor se mueve hace que el aire vibre pudiendo sentir que la vida en sí, nada más, ya es un buen acompañante incluso sin vivir en paz.


XVIII
Compañera


Detén un momento tus pasos y entrégame un instante tu mirada, quiero decirte algo para despejar unas cuantas falacias y quizás filosofar un buen rato, que si bien soy mal filósofo quiero decirte unas pocas verdades o más bien lo que pueda contarte mientras aún tenga vida para hacerlo, entregarte la verdad en bandeja como un pequeño regalo hecho a barro con manos negras, mucho no alcanza mi gracia para regalarte algo más.
¿Quieres que te diga la verdad? Ni bien sabría yo decirla. En una pintura detallada ya no veo más que colores, en un día cualquiera no vivo más que en sus olores, y en una fotografía tuya no siento más que mis dolores de hombre pequeño que muere en la sombra de tu cuello y sus aromas que me invaden por dentro, y aún así me siento tan basura al verme tan finito ante tanta grandeza tuya, no tengo muchas opciones, solo mirarte, admirarte y envidiarte en tantas cosas que no quiero que queden en un “antes”, quiero que sean ahora, ahora y siempre, para poder dormir en tus brazos cada noche con la tranquilidad de escucharte respirar agitadamente después de haber intentado ser yo mismo fruto de un orgasmo tuyo, como ser nacido solo para querer, y en este único caso: querer ser contigo.
¿La verdad?, Ni yo bien la conozco, la verdad ni me importa, que tanto me puede importar “aquello que es” al lado de aquello que quiero que sea, pero quiero que esto que somos y lo que tú me haces siga siendo cada día. Sin saber bien que es lo que me haces, por favor amor, solo sigue haciéndolo, y si en el fondo de tus secretos estás planeando matarme hazlo, pues de todos modos te estaré esperando para que no falles, solo espero que lo hagas de la misma forma en que me haces el amor hasta la última gota de mi esencia: con un rojo beso final.

¿La verdad?, yo también te amo mucho compañera.


XIX
Arrebol Rojo


Soy un hombre de recuerdos amados, no me interesa recordar aquello que no me brinda calor, no me interesa recordar números, no me interesa recordar la muerte, siquiera la vida me interesa, pero más lo que hay en ella, y en ella hay un arrebol rojo que conocí después de un atardecer, pero pareciera que la noche se lo quiere llevar, no quiero que la luna y su oscura acompañante me despidan del recuerdo, pero quizás es que soy un hombre de demasiados recuerdos y me he limitado a vivir en ellos.
Recuerdo cuando te vi por primera vez y casi me tropiezo con una piedra, para suerte mía no me avergoncé; recuerdo cuando te saludé por primera vez y tú me ignoraste por no conocerme, en ese momento ya estaba avergonzado; recuerdo cuando te hablé por detrás de una foto y me dirigiste la palabra, estaba demasiado avergonzado por tomar riesgos, tenía miedo de tu altura; recuerdo cuando nos vimos de frente y pude ver tu vuelo, arrebol, y de paso te robé un beso y la vergüenza desapareció de repente.
¿te acuerdas, arrebol, cuando estuve adentro tuyo, volando junto a ti, por primera vez?, ¿recuerdas arrebol nuestras primeras aventuras?, yo las recuerdo todas, y podría hacer historia como historiador y escribir tales sucesos, pues vivo del recuerdo, quizás demasiado.
Vivo del recuerdo y me he olvidado de traerlo a la vida, he dejado de lado al arrebol, miré hacia el otro lado esperando que el arrebol me acompañara, pero cuando me di vuelta estaba oscureciendo y la luna, amenazante, te llevaba en la oscuridad. Soy un hombre que vivió en los recuerdos.
Dame la oportunidad, arrebol, de conocerte en un nuevo atardecer, dame la oportunidad de traer los recuerdos que descuidé, dame la oportunidad de regalarte una flor denuevo, dame la oportunidad de estar adentro tuyo denuevo, dame la oportunidad de dedicarte poemas denuevo, dame la oportunidad de amarte denuevo… ¿será mucho pedir?, quizás si, dímelo tú arrebol.
¡se supone que tu eres la que llueve, no yo!, ¡después de todo tu eres una nube!, ¡libre!, en cambio acá estoy en la lluvia adentro de mi habitación, en la oscuridad de la noche, donde incluso la luna me abandonó.
El hambre me abandonó, la ira me abandonó, todo me abandonó y tengo miedo, tengo miedo por mi vida cuando el arrebol no vuelva. Ahora soy una vergüenza.
Déjame vivir denuevo, sentarme en mi banca de atardeceres en la plaza mientas te cuento historias desde lo bajo a lo alto. Déjame engañarte con poemas, porque todos los poetas mentimos de alguna manera, ocupamos palabras más complejas para mentirle al espíritu que siente algo que no puede ser dicho, déjame ser un poeta, mentiroso como cualquiera, contigo denuevo, déjame encantarte denuevo.
Si debo permanecer en mi banca toda la noche lo haré solo para esperarte, de todas formas si no vuelves tú no creo que vuelvan las tardes, porque no existen tardes sin arreboles, ni tardes sin día, solo noche.
Te esperaré aquí, arrebol, lloviendo yo en mi banca, mientras recuerdo tus lunares.

Texto agregado el 15-12-2015, y leído por 99 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
16-12-2015 Me generaste muchas emociones a la vez. ¡Qué agradable! JuliaFlorencia
15-12-2015 A pesar de la rabia manifiesta y de la insolencia discrecional, percibo una persona con fuerte raigambre indulgente que se solidariza con el tercero. Pero acá no estás para ser decodificado sino para recibir evaluación, o si lo prefieres, comentarios acerca de tu estilo, que te permita un reflejo de cómo te perciben… y a lo mejor hacerles caso. Bueno, me gusta como escribes. No puedo decirte más, porque de literatura entiendo un carajo. -ZEPOL
 
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