Hoy leí un poema de Tellier e intenté comparar la felicidad
con un leve deslizar de remos en el agua.
Para mí fue la visita de mi hija este fin de semana,
adornar un árbol navideño en su pieza,
leer a Wilde sin ironía,
jugar el día antes en el parque, cambiar la arena por agua,
aguantar la respiración para cruzar y abrazarla.
Quise atrapar la plumilla de cardo
para detener la huida de toda la estación,
pero quería detener el tiempo.
Eso fue para mi la felicidad.
Lo que queda después es más bien triste:
Apagar las luces del árbol en su dormitorio
y cerrar la puerta, hasta su próxima visita.
Texto agregado el 14-12-2015, y leído por 192
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