Tengo los subsuelos reservados para el clamor de mi alma,
para esa repulsión que me ha llevado a contrariar con la realidad deformada,
he sido una desviada compulsiva,
Dios me ha dado un don
y ha ornamentado con espinas el sendero de mis días,
ha dado festín a mis dolores humanos,
dolores espirituales que se reprodujeron como plagas,
en los pantanos de la inmunda existencia.
He aprendido a vivir,
¡por fin!,
siempre es más preferible la muerte ante tanta vida al pedo,
ante tantas conductas despreciables,
ante tantos valores comprados,
ante tanto amor en espera,
ante tanto, tanto y a la vez,
absolutamente nada.
En estos nuevos años de aprendizaje se han hecho todas las circunstancias adversas,
sumamente latas,
tan pesada ha sido la cruz por cargar e inútil,
que terminas proclamando desde tu desesperación a todo el universo poder encontrar el camino que te lleve de retorno a vos mismo,
a la revelación de tu verdadero rostro,
a las pupilas observadas desde el interior de nuestro ser anhelante.
He lidiado,
he comido del mismo pan y bebido de la misma agua frente a frente con lo que he sido,
este joven y desconsiderado reflejo del suicidio me ha escupido en la cara las sobras que le he dejado,
me ha manipulado con superficies abstractas que ocultaban el verdadero sentir de los atormentados Dioses,
cargados éstos,
de tantas vidas y de tantas muertes
en contradicciones.
Este absurdo reflejo me ha abofeteado
por juntar el coraje de ahuyentar a los fantasmas perversos
que blasfemaban en contra de mi cordura,
conduciéndome al exterminio de faustosos años,
fantasmas que me han arrebatado la juventud
pero la creación será lo último que soltaré
en este naufragio de mares hambrientos,
movidas las aguas,
por almas entregadas al sufrimiento.
Autodestruir el todo para armar,
reiteradas veces,
el caos que siempre he llevado conmigo;
otorgarles argumentos a los demás para rebajarme en el último eslabón de la pirámide humana.
¡Buitres corruptibles!,
que Dios es conciliador y les proveerá de lava caliente y basura infecta para purificar sus almas,
de todo corazón os deseo eso.
Ya no concederé mis energías a individuos que sólo han sacado rédito de mis certezas,
mostraré mi verdadero ser y los falsos amigos saldrán huyendo,
sin dudas,
y no,
tengo un cuerpo sano,
una mente amplia y enriquecida,
no he de temerle al porvenir de un futuro incierto pero tampoco me aferraré a falsos dioses de mármol que se caen a pedazos.
Vivir entre calles de cerezas y enredaderas
que al cielo no me llevarían,
descubrir la vida entre asfaltos gastados
por las suelas de mis zapatos,
inhalar la vida por las narices irritadas
de tanta basura insertada,
aspirar a la destrucción de un mañana apacible,
y devolverles la identidad de la conciencia
a los pibes guachos, sin patria,
sin tiempos ni amores que los contengan,
sin fronteras ni horizontes
que el devenir en donde nacen los dolores
les devuelvan,
sin tías solteronas ni hogares que los aguarden despiertas
y les den al marchar
sus estereotipadas bendiciones,
que les den al llegar
en su muerte, la redención de la tregua.
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