El problema de Santa Claus
Aunque Santa Claus se sentía ya muy viejito este no su principal problema, afortunadamente tenía una naturaleza privilegiada y se encontraba aun con fuerzas de sobra para desempeñar el agradable trabajo que tenia encomendado.
Lo que le preocupaba y según llegaban las fechas claves de la Navidad su preocupación iba en aumento, era que cada vez tenía que hacer frente a mayor número de peticiones y que cada año aumentaban en el mundo los hogares que demandaban sus servicios.
Y no era que tuviera dificultades en la fabricación, tenían él y sus elfos todo el año para hacer y preparar los regalos y mal que bien siempre conseguían terminar a tiempo, lo realmente peliagudo venia por la distribución, por razones que no comprendía muy bien se había quedado como único responsable de enviar los regalos de Navidad, añoraba mucho aquellos tiempos en que los Reyes Magos y San Nicolás absorbían una gran parte de las demandas, pero ahora solo él asumía la responsabilidad del reparto y cada vez era más y más difícil cumplir, tenía que atender prácticamente a todo el planeta en una sola noche y casi ya era imposible, solo de pensar que podía fallar y no llegar a alguna casa se ponía enfermo de los nervios.
Había pensado mucho cómo podía resolver el asunto pero de momento sin éxito, el año pasado trato de llegar a un acuerdo con los Magos para que le ayudaran, pero se habían elegantemente negado con la excusa de que ellos también tenían mucho trabajo y aunque insistió en que había tiempo desde Navidad hasta Enero, no les logro convencer, luego se entero de que fue Melchor el más viejo el que se opuso porque le daba miedo ir en trineo por los aires y a San Nicolás, bueno, a ese no le había dicho nada, llevaba muchos años en que las relaciones entre los dos no eran las ideales, pues le acusaba de haberle ninguneado en el pasado y quitado clientela, así que mejor dejarlo estar. .
Y mira que se había esforzado en los últimos años incrementando muchos los medios de transporte, primero comprando mas renos y posteriormente cuando ya no pudo conseguir más, incorporando ciervos y gamos al servicio, pero no eran ni mucho menos tan eficaces y aunque Rudolph el reno jefe se había esforzado en enseñarles seguían siendo poco espabilados y bastantes lentos y daba igual que ahora fueran mágicos, así que por ese lado tampoco estaba la solución y por supuesto no quería probar con caballos y burros como algunos de sus colaboradores le aconsejaban, pues pensaba como muy bien criterio que aunque les hiciera volar, no era lo mismo y la imagen quedaría muy perjudicada sobre todo para alguien tan amante de las tradiciones como él era, no podía llegar a ese extremo, pero tenía claro que debía que encontrar una solución.
Ya llevaba muchas noches sin dormir y aunque no le era imprescindible el sueño dada su naturaleza mágica, al fin y al cabo era muy mayor y necesitaba descansar, pero no había manera, no daba con la solución por muchas vueltas que diera al asunto.
Y fue Serafín uno de los más antiguos elfos que siempre había sido muy avispado y que ahora se encargaba de organizar las listas de la distribución, él que una tarde le dijo.
“Sr. Claus (Le llamaba siempre señor aunque llevaban siglos de amistad) “Tenemos que adaptarnos a los tiempos modernos, no podemos seguir intentando resolver los problemas con soluciones del pasado, hay que cambiar drásticamente el sistema de distribución”
“Pero Serafín, ¿Qué me dices?” le contesto Santa Claus “Los renos y los trineos forman parte de nuestra esencia, de nuestra tradición, generaciones y generaciones de niños y menos niños, han soñado e incluso algunos han visto los trineos pasando por encima de sus tejados, ¿Cómo vamos a cambiar eso?”
“Pues como cambiamos hace ya muchos años los medios de fabricación antes manuales y ahora son líneas robotizadas de fabricación” le contesto el duendecillo y continuo “¿Y qué paso? pues nada, Sr. Claus el mundo ha cambiado mucho en los últimos años y sigue cambiando, piense por ejemplo, que ya casi nadie nos pide ositos de peluche, cocinitas, trenes de madera y juegos de parchís y sin embargo como muy bien sabe estamos llenos de peticiones de coches dirigidos por radio, tabletas, móviles, drones y cosas que hace unos años ni podíamos imaginar y ¿Qué hemos hecho?, pues adaptarnos”
El bondadoso anciano, se quedo pensativo, mesándose la blanca barba reconociendo que Serafín tenía toda la razón y que probablemente era el momento de abandonar algunas viejas costumbres aunque le pesara y le doliera.
“¿Y qué hacemos Serafín?” dijo finalmente.
“Pues muy fácil” contesto el duende sonriendo maliciosamente y muy contento de que su jefe considerara su opinión “Pues contratar a especialistas en la distribución de mercancías que en estos tiempos han surgido como setas por todo el mundo, que tienen mucha más experiencia que nosotros, que al fin y al cabo solo nos ocupamos del tema una vez al año y que son capaces de desempeñar su labor con gran eficacia y seguridad.”
“¿Estás seguro?” se atrevió a decir Santa con una humilde vocecita
“Segurísimo y además me he permitido adelantarme y contactar con los principales y tanto DHL, como MRW, FedEx. Amazone y UPS, están dispuestos a formar una UTE que llamarían SERVICLAUS y que asumiría todo el servicio y además, pásmese, gratis, solo esperan que les pasemos por mail las listas de clientes y se ponen de inmediato a ello”
“Hu, ju, ju” solo pudo decir Santa “Buen trabajo, Serafín, ¿Pero de verdad lo harían gratis?, mira que no tenemos presupuesto para servicios externos”
“Bueno gratis, si les dejamos que en los embalajes pongan una etiqueta que diga, SI PAPA NOEL HA CONFIADO EN NOSOTROS ¿COMO NO VA A CONFIAR UD?” contesto con una risilla el elfo.
Santa se quedo un rato en silencio dando vuelta a sus pensamientos “Bueno, aunque no me hace mucha gracia” pensaba ”Hay que adaptarse a las nuevas formas de vida y tengo que reconocer que es una buena idea y el nombre que han previsto para la compañía la verdad es que me agrada mucho”.
Para al final decirle al sonriente duendecillo “Venga vale, ponlo en marcha”.
Esa noche fue la primera en mucho tiempo en que el bondadoso anciano durmió tranquilo y soñando (Santa Claus, también sueña) y soñó con que a lo mejor tendría el próximo año que hacer alguna otro cambio sobre todo si las cosas seguían así y los costes de producción seguían aumentando, por lo que quizás no fuera un disparate encargar la fabricación a alguna compañía china o coreana que lo haría más barato y ellos encargarse solo de la recepción de peticiones y siguió durmiendo con una gran sonrisa en su sonrosada cara.
Así que este será el primer año en que los renos podrán seguir descansando en sus corrales del polo Norte, mientras otros se encargaran del trabajo que ellos han realizado durante muchos, muchísimos años.
Fernando Mateo
Diciembre 2015
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